martes, 27 de julio de 2010

Tomás Gómez y un nuevo culebrón del PSOE de Madrid. Por Antonio Casado

Los socialistas madrileños vuelven a dar espectáculo. No es nuevo. Cuando Tarradellas conoció a Alfonso Guerra, en los primeros lances de la transición, le aconsejó que atase en corto a la FSM (Federación Socialista Madrileña). El veterano dirigente republicano catalán, aquel del “Ja soc aquí”, nunca perdonó la “traición” de Julian Besteiro a la causa de la Segunda República en el último tramo de la guerra civil. Y al encontrarse casi cuarenta años después con el número dos del PSOE fue lo primero que se le vino a la cabeza.

Proverbiales fueron también las batallas internas entre los guerristas de José Acosta y los felipistas de Joaquín Leguina en los primeros años noventa. Por no hablar del sórdido episodio de Tamayo y Sáinz, los famosos tránsfugas socialistas que, solos o con apoyos externos, impidieron la investidura de Rafael Simancas como presidente de la Comunidad y alfombraron el camino de Esperanza Aguirre después de las elecciones autonómicas “bis” de 2003. A Zapatero, que por aquel entonces era un aspirante a la Moncloa, se le debió atragantar aquello de que su modelo de gobierno en España iba a ser el de Simancas en Madrid. Vaya patinazo.

Patinazo de Zapatero también ha sido su apuesta por Tomás Gómez como sustituto de Simancas después de las elecciones autonómicas de 2007. Acertó al encontrar al pacificador del partido pero patinó una vez más al verlo como el candidato capaz de ganarle las elecciones a Esperanza Aguirre. Eso dicen las encuestas, en las que Gómez nunca ha llegado a despegar en los índices de conocimiento ni en los de valoración.


Todo eso es perfectamente compatible con la solidez de su liderazgo interno, que le convierte en candidato indiscutible de la organización regional. Y también con su acreditadísimo tirón electoral en Parla (Madrid). Se puede tener muy buena sintonía con los militantes y no tanta con los ciudadanos. O barrer en unas elecciones municipales y no tener una aceptación equivalente en autonómicas, como ocurría en el caso de Paco Vázquez, cuyas prospecciones siempre desaconsejaron su candidatura a la presidencia de la Xunta de Galicia.

El fantasma del desbarajuste en el Partido Socialista de Madrid vuelve así a pasearse por Ferraz. El actual secretario general del PSM, Tomás Gómez, se empeña en mantener su candidatura a la presidencia de la Comunidad en contra de la opinión de la Comisión Ejecutiva Federal. Las dos partes tienen sus razones pero está escrito: primero, que al candidato lo propone el PSM pero eso no es vinculante para la máxima dirección del PSOE; segundo, que la decisión corresponde en el caso de grandes ciudades al comité federal de listas, y tercero, que la última palabra la dice el Comité Federal del PSOE.

Conviene saber estas cosas ante el debate que se avecina si Tomás Gómez mantiene su posición “numantina”, como ayer la calificó Zapatero, y el asunto deriva en una convocatoria de elecciones primarias, que están perfectamente regladas para la eventual aparición de un candidato alternativo, siempre que éste reúna los avales necesarios. Es el órdago del líder socialista de Madrid a la Ejecutiva presidida por Zapatero, después del tanteo que llevó a cabo el presidente del PSOE, Manuel Chaves, para conocer la disposición de Gómez a dar un paso atrás.

La solución, en septiembre, si no hay primarias. O en octubre, si las hay. Entonces decidirá el comité federal de listas y ratificará el Comité Federal del partido. Con primarias o sin primarias, se me ocurren dos nombres alternativos al de Gómez: la ministra Trinidad Jiménez y el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky. Con su vida política muy ligada a Maderid, ambos han crecido notablemente en conocimiento y valoración.


El Confidencial - Opinión

0 comentarios: