miércoles, 28 de julio de 2010

La batalla de Madrid. Por M. Martín Ferrand

Lo de Zapatero en Madrid cursa con valores de síntoma de las muchas tensiones internas que vive el PSOE.

MADRID es, para José Luis Rodríguez Zapatero, igual que Barcelona para Mariano Rajoy: un imposible electoral. Aun sabiendo que, en política, todos los imposibles terminan sucediendo, los dos lideres saben también que esas son piedras angulares fundamentales para fortalecer sus edificios de poder. A corto plazo, peor lo tiene Rajoy en Barcelona que Zapatero en Madrid. Con mayor distanciamiento temporal, a la espera de la escisión del PSC del todo socialista español, pueden invertirse los supuestos; pero esas cosas de la política ficción son más válidas para meditarlas a la sombra, en las siestas del verano, que para sustentar un análisis político de fundamento.

Lo de Zapatero en Madrid cursa con valores de síntoma de las muchas tensiones internas que vive el PSOE. Con el número uno de la formación dedicado a la presidencia del Gobierno y a la búsqueda de la grandeza intergaláctica y con el dos entregado a Fomento y sus recortes, es mucho pollo el que le queda para digerir a la número tres, Leire Pajín, más voluntariosa que profunda, menos prudente que ambiciosa e igual de inconsistente que faltona. El Partido Socialista de Madrid siempre, desde Pablo Iglesias, ha sido un problema para el PSOE en función de la fuerza y notoriedad de sus más destacados militantes. Justo lo contrario de lo que ahora ocurre. A los sabios de Ferraz les parece poca la entidad y escasa la potencialidad de Tomás Gómez, secretario general por elección del PSM y teórico aspirante a disputarle a Esperanza Aguirre la presidencia de la Comunidad y, con escaso respeto a sus bases, han desatado el mangoneo para ningunearle y aparcarle en vía muerta. La práctica de la democracia interna en los partidos es una de las grandes carencias de nuestro momento político y de ella brota y crece la mala calidad democrática que, como una enredadera, crece por todo el edificio institucional.

Uno de los rumores más afianzados en los mentideros capitalinos de sonsonete socialista señala la pretensión de la cúpula del PSOE de colocar a la actual ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, como cabeza de lista para la Autonomía de Madrid y de ahí las tensiones y maniobras, algunas impresentables, con las que se trata de disuadir a Gómez, un «numantino» a decir de Zapatero. Sólo una pregunta: ¿se merece Madrid una desertora? Cuando la candidata Jiménez aspiraba a la Alcaldía de Madrid y no salió elegida, lejos de cumplir con su compromiso representativo, se dio a la fuga. Aunque la memoria y los antecedentes parezcan descorteses en nuestra práctica política, conviene recordar que no estamos en un conventillo.


ABC - Opinión

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