jueves, 29 de julio de 2010

Golpe a la fiesta 'nacional' y bajonazo a las libertades. Por Antonio Casado

No hubo sorpresas. Una vez decretada la libertad de voto de los socialistas (37), rectificando la posición inicial de votar por disciplina de grupo contra la prohibición de los toros en Cataluña, José Montilla había creado las condiciones para seguir el ejemplo de Canarias (prohibidos desde 1991). Los antitaurinos del PSC se unieron a los antitaurinos de confesión nacionalista y salió una matemática contundente. El Parlament decide abolir las corridas de toros por mayoría absoluta: 68 votos a favor de la abolición desde el primero de enero de 2012.

La paradoja anda suelta en este asunto. Cataluña es ya un poco más diferente del resto de España al suprimir uno de los rasgos hasta ahora comunes. Sin embargo, lo ocurrido ayer en el Parlament es un hachazo a las diferencias entre las personas que viven en el territorio catalán. Ese es el resultado. Respecto a la fiesta de los toros, habrá uniformidad en Cataluña por la vía del prohibicionismo y pluralismo en el resto de España en el ejercicio de la tolerancia.


A saber. Unos se fijan en el arte del toreo, se quedan con los ojos en blanco ante unos muletazos de José Tomás y luego comentan la jugada. Otros sólo se fijan en el sufrimiento del toro e invocan los derechos de los animales. Es lo que hay. Y viva la diferencia. Sin imposiciones. Sin ahogar el derecho de los individuos a defender sus gustos y sin reclamar que prohíban los ajenos. A esta vida hemos venido a discrepar en base a nuestras diferencias. La horma soviética reventó hace mucho tiempo.

Devolver el golpe

La votación de ayer, calificada de histórica por los periodistas venidos de todo el mundo a levantar acta, es como ponerle un par de banderillas a la llamada fiesta “nacional” (solo puede referirse a España, según el Tribunal Constitucional), so pretexto más o menos forzado de combatir los malos tratos a los animales. Pero también es un bajonazo a la libertad de ser diferentes en base a los gustos de cada cual, siempre que éstos no sean impuestos a quienes no los comparten.

Ha hecho bien Mariano Rajoy en tomar ese ángulo de valoración en sus primeras declaraciones después de conocer el resultado de la votación. Pero hará mal si se embarca en iniciativas legislativas para que las corridas de toros sean declaradas “fiestas de interés general y cultural”, siguiendo la estela madrileña de Esperanza Aguirre. Implicar a los poderes públicos en una operación de esa naturaleza, a favor de las corridas de toros, sería tan indefendible como prohibirlas.

Si el PP quiere reprobar la prohibición, cuando se haga efectiva dentro de año y medio, que acuda al Tribunal Constitucional, a la luz de la reciente sentencia sobre el Estatut que, entre otras cosas, interpreta y fija los límites de las competencias “exclusivas” de la Generalitat en materia de cultura, espectáculos y actividades recreativas. Pero no piensa hacerlo. Y menos en vísperas de las elecciones autonómicas del otoño y después de haber hecho méritos, con su recurso contra el Estatut, para seguir arrastrando el sambenito de partido anticatalán.

Ya escribí ayer que el frenazo a las aspiraciones nacionales de Cataluña se haría sentir en la votación. No puede demostrarse la existencia de consignas en el mayoritario bloque de la centralidad (85 diputados), donde se dio libertad de voto. Pero es verosímil que muchos diputados hayan aprovechado la ocasión para devolver el golpe.


El Confidencial - Opinión

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