viernes, 7 de mayo de 2010

Las cenizas del volcán griego y el futuro político de ZP. Por Antonio Casado

Por la temperatura, solventes. Por la sensación térmica, camino del desastre. Los vientos empujan las cenizas del volcán griego hacia los cielos de España. Todos los intangibles, en picado. El optimismo no vende.

Y lo que se puede contar, pesar y medir, también a la baja. Miramos a la Bolsa -vaya semanita- y tomamos nota de la degradación de la deuda española en los mercados internacionales (ayer, récord de nuestra prima de riesgo). Números contantes y sonantes mientras la avioneta sale entre las nubes de ceniza y sobrevuela el ruedo ibérico con la pancarta: “No somos Grecia”.

Lo dice un ex ministro en la distancia corta: “No somos Grecia pero tenemos que explicarlo”. De acuerdo. Por ahí vamos mal. No se puede salir con los brazos caídos y un discurso indolente a defender la solvencia de la economía nacional. A Zapatero le falta el carisma y la firmeza necesarias para convencernos de que España no es Grecia. Si al problema de liderazgo unimos el hecho de que la crisis económica forma parte de la hoja de ruta del PP para potenciar esa falta de credibilidad del presidente del Gobierno, entenderemos mejor las horas bajas de la opinión pública española.


Hartazgo de los políticos, ánimo deprimido y ganas de ver tierra de una vez por todas. Ver tierra es en este caso disponer de una hoja de ruta, por dura que sea, y atenerse a ella. Ya hemos visto que Zapatero no es la persona indicada para contagiar su incurable optimismo a la ciudadanía. Tampoco funcionaron las ocurrencias del presidente de la Cámara de Comercio, Javier Gómez Navarro, con su campaña “estoloarreglamosentretodos”, montada sobre los componentes psicológicos de la crisis económica. De nuevo los intangibles. Se trataba de masajear la autoestima del hombre de la calle, pero eso era antes de que se desinflase la campaña.

Operación sucesoria

Al final, van a tener razón los estrategas del PP que han decidido la cacería de Zapatero. Es decir, el tiro concentrado en la figura personal del presidente del Gobierno, cuyo futuro es cada vez más incierto. “Ya, pero Zapatero es al mismo tiempo la tabla de salvación del PSOE”, dice el ex ministro. O sea, que no se irá hasta que pierda unas elecciones, salvo claro e improbable repunte de la situación económica. Sólo en ese caso anunciaría su decisión de dar por terminada su estancia en la Moncloa después de ocho años, como Aznar. Por si acaso ya está en marcha la operación sucesoria. El nombre es José Blanco, que en estos momentos reina en el partido, concentra el mayor poder inversor del Estado y hace campaña de obras en las Autonomías, incluidas las gobernadas por el PP.

El problema es el calendario. Se echa encima y eso le quita capacidad de maniobra a Zapatero. Por tanto, lo más probable es que no tenga más alternativa que presentarse de nuevo a las elecciones de 2012. Si para entonces las cosas siguen igual de mal no tendrá otro remedio que hacerlo. Sería impresentable abandonar un barco con tendencia a hundirse. Y si cuando ya ha anunciado su candidatura empieza la recuperación económica, no le daría tiempo a volverse atrás.


El Confidencial - Opinión

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