sábado, 29 de mayo de 2010

El palique social. Por M. Martín Ferrand

Amitad de camino entre el diálogo de sordos y el de besugos, los llamados «agentes sociales», una de las coartadas del Gobierno para no enfrentarse a su responsabilidad, vienen estirando en demasía un hipotético diálogo social que, por la enjundia que transparenta, tiene mucho más de palique y cotorreo que de conversación responsable y conducente a sentar las bases de un marco de relaciones laborales capaz de, en pie de igualdad con las potencias económicas de la UE, favorecer el desarrollo y el verdadero progreso de la Nación. En ese ambiente, ayer se produjo un cruce de insultos, algo poco edificante, entre Cándido Méndez, secretario general de UGT y heredero directo de las doctrinas de José Antonio Girón y José Solís, y José Luis Feito, presidente de la Comisión de Economía de la CEOE y economista de reconocido prestigio en instituciones como el Fondo Monetario Internacional o la OCDE.

Supongo que Feito irrita a los sindicatos por su anacrónico bigotito, su currículum brillante -antítesis de las biografías de nuestros grandes defensores del proletariado- y su autoría de un libro de especial actualidad y valor divulgativo, En defensa del capitalismo. Como se sabe, defender el capitalismo es algo indigno y perverso mientras que la apología del socialismo -el gran fracaso europeo del siglo XX- es tanto como hacerlo del progreso y la equidad. Feito calificó de «infantil, inmadura y absurda» la postura de los sindicatos mayoritarios por su reciente amenaza al Ejecutivo con una huelga general. Méndez, que tiene la finura del esmeril y la sutileza del granito, le replicó llamándole «sicario». Es decir, asesino a sueldo. Ni tan siquiera le permite al capitalista establecerse por cuenta propia.

Puestos a entender como deseable, como fórmula para la solución de un problema nacional, el diálogo entre los agentes sociales, partes interesadas, debiera establecerse un reglamento mínimo. Al igual que en boxeo no se tolera que un peso pesado, con sus más de 90 kilos, cruce los guantes con un mosca, menos de 50, el Ministerio de Trabajo, que así tendrá alguna función de provecho, debiera estar atento para evitar que un uppercut del púgil de mejor preparación y forma física pueda ser evitado por el más débil y peor formado con un rodillazo en sus partes más íntimas. Méndez ha jugado sucio. ¿Sabe hacerlo de otro modo? El diálogo, como el boxeo, tiene sus normas.


ABC - Opinión

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