sábado, 6 de febrero de 2010

Zapatero pone a la Biblia por testigo de sus ideas. Por Antonio Casado

Figura en la declaración de principios de los organizadores. Todas las formas de creer en Dios quedan igualmente arropadas por los mantenedores de la cumbre creacionista de ayer en Washington. Los anfitriones habrán detectado en el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, una de esas modalidades de fe. Sobre todo después de verle poner a la Biblia por testigo de sus convicciones. Declamó por enésima vez aquello de la explotación del hombre por el hombre. Pero sin remitirnos al Manifiesto Comunista, hasta ahí podíamos llegar, sino al Deuteronomio. Tal cual: No explotarás al jornalero pobre y necesitado. Amén.

Tampoco le importaría a Dios, ni a quienes creen en El de muchos modos diferentes, decir amén a esa concepción de los hombres como “seres vulnerables y fraternos” expuesta ayer por Rodríguez Zapatero en el Desayuno de la Oración. Vulnerables y fraternos como los inmigrantes, los homosexuales, los parados, los que tienden a quedarse en la cuneta. Ama al prójimo como a ti mismo. Se lo enseñaron en la escuela y luego aprendió a decirlo de otro modo. Y aún formulado de modo diferente también reclama el amén de la parroquia civil y religiosa.

El amén y los aplausos se oyeron entre los asistentes al acto presidido por Obama, que siguieron con atención y respeto la cuidada intervención de Rodríguez Zapatero. Nadie apeló a la necesaria profesión de un credo religioso para ser estrella invitada sin desentonar. No son tan aldeanos. Además, no es garantía de nada ser creyente. En nombre de Dios también se cometen muchas barbaridades. Osaba Bin Laden es un creyente que reventó las Torres Gemelas en nombre de Dios ¿Le concede eso más títulos de acceso al Desayuno de la Oración que un agnóstico peleado con los obispos españoles?

Aún así, tengo entendido que los del Fellowship Foundation han declarado en diversas ocasiones que les gustaría invitar a Ben Laden si se pudiera. Quiero pensar que con la benemérita esperanza de reencontrarse en el Dios único, el de los judeo-cristianos o el del Islam. El mismo al fin y al cabo. Sin embargo, apuesto a que las 3000 personas que ayer rezaron junto a Zapatero –por la solidaridad, la fraternidad, la tolerancia, la libertad y el diálogo entre civilizaciones-, no se hubieran sentido tan cómodas con un siervo de Dios que hace cosas del demonio, como se sintieron con un agnóstico amante de la paz.

Lo cual viene a cuento de las inequívocas alusiones de Zapatero al fundamentalismo religioso, en las muy distintas formas de practicarlo. Tantas como las muy distintas formas de creer en Dios que en el mundo son y han sido. Por suerte, Zapatero no entró en detalles. Mejor para todos. Se limitó a condenar “la utilización espúrea de la fe religiosa para justificar la violencia” que, sin ir más lejos, asestó en el corazón del pueblo americano la dolorosa puñalada del 11 de septiembre de 2001. Ningún lugar tan apropiado para denunciar el fanatismo religioso como un club de hombres influyentes y adeptos de la voluntad divina. También en eso estuvo acertado ayer el presidente del Gobierno.


El confidencial - Opinión

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