En 10 o 15 días. ETA hará público un comunicado antes de fin de año, probablemente antes de Navidad, en el que además de reivindicar el robo de armas en Francia dará a conocer su diagnóstico, muy crítico y pesimista, sobre la marcha del proceso iniciado con el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Según las fuentes consultadas, la banda terrorista pondrá probablemente «en suspenso» el alto el fuego permanente como conclusión de su negativo diagnóstico de la situación. De esta forma, ETA trasladaría así toda la presión y toda la responsabilidad del naufragio a Zapatero.
El esperado comunicado de ETA en Navidad, ya anunciado por ABC, tendría un tono muy contrario al que el Gobierno esperaba hace apenas un mes, cuando las negociaciones entre partidos eran aún fluidas: de la renuncia definitiva a las armas, como se esperaba antes de que la situación se haya gangrenado, a situarse ETA en el umbral del regreso a los atentados.
Ayer mismo, en una entrevista concedida a «El Diario Vasco», el abogado y ex miembro de Batasuna Txema Montero, profundo conocedor de la situación, alertaba de la eventual decisión de ETA de «suspender» el alto el fuego en diez o quince días como paso previo a una eventual ruptura definitiva si el Gobierno no da pasos que la banda considere decisivos. Y, como ha venido publicando ABC, Montero señalaba que la estrecha tutela por parte de ETA de las negociaciones pilotadas por un Arnaldo Otegi sin margen han terminado por arruinar los contactos. El sentimiento más compartido en medios vascos y del Ejecutivo central es que el proceso se encuentra en un momento de «mucho riesgo», en el que la falta de información cierta alienta toda clase de especulaciones.
Pero más allá de las especulaciones, lo cierto es que la preocupación y la urgencia se ha instalado en la clase política vasca y de manera muy especial en Batasuna, cuyos dirigentes, en los últimos días, reiteran sus llamamientos al Gobierno para que dé pasos, conscientes de que la ausencia de gestos «visibles» podrían llevar a que ETA tomara una decisión de difícil marcha atrás.
Las palabras de Montero han sido acogidas, cuando menos, con respeto, porque si bien no está en la trastienda del proceso sí tiene un magnífico abanico de relaciones y es, además, un buen conocedor del mundo de ETA y de su entorno más próximo. Quienes en el País Vasco están más involucrados en el proceso aseguran que «la voluntad de Batasuna es de que esto siga para adelante». Batasuna ratifica esta voluntad, pero José Jon Imaz, presidente del PNV, cree que a esta organización le falta dar el paso que les haga autónomos en relación a ETA. Ese paso no se ha dado y no está en los planes de Batasuna hacer un solo gesto que pudiera interpretarse como un alejamiento de la que es su posición tradicional de no condena a ETA.
Optimismas y menos optimistas coinciden, eso sí, en que a no tardar «ETA dirá algo. Cuando en el «zutabe» habla de finales de otoño no es un plazo elegido al azar o para llenar páginas. Algo dirá, y tal y como están las cosas lo lógico es pensar que diga algo».
«Evitar un muerto»
La tesis de Montero no es, pues, descabellada. Que hable de «suspensión» y no de ruptura está lleno de sentido, según fuentes conocedoras del proceso. La «suspensión» del mismo sería una vuelta de tuerca más en la presión al Gobierno. Sería una forma de dejar la pelota en el tejado del Ejecutivo, intentado así trasladar a la opinión pública un sentimiento de profunda urgencia para evitar «un muerto». Además, la experiencia demuestra que del ultimátum siempre pierde ETA, de ahí que en esta ocasión -absolutamente distinta a todas las treguas anteriores-, la organización terrorista hile más fino a la hora de tomar decisiones definitivas.
De todos modos, y aunque a estas alturas resulte inimaginable que ETA vuelva a matar, volverá a hacerlo si así se lo sugiere el propio análisis de la situación. En este punto existe coincidencia entre las personas consultadas próximas a los contactos con Batasuna y la propia ETA. De la situación de «riesgo» en la que se encuentra el proceso no pocos atribuyen mucha culpa al Gobierno. Se cree en medios abertzales, y desde luego en la propia Batasuna, que «ha habido demasiados tiempos muertos» y atribuyen al ministro de Interior el haber trasladado a este asunto «su modelo negociador, que no es otro que llevar las cosas al límite. Buscar el acuerdo el último minuto dejando la letra para el día siguiente. Pero con ETA las cosas no se hacen así».
Quizás por ello, en estos mismos ámbitos estiman que sería un «elemento tranquilizador» algún gesto del Gobierno que no pasaría tanto por el acercamiento de presos -en este punto, la actual tregua es también muy distinta a las anteriores-, como por el anuncio de un contacto ETA-Gobierno. De producirse este encuentro, se admite también que sería un arma de doble filo. Si en el mismo se ratificaran profundos desacuerdos, la ruptura «sería obligada para ETA».
Encuentro ETA-Gobierno
Es precisamente en este riesgo en el que quizá haya que buscar la clave para que hasta el momento ese encuentro ETA-Gobierno no se haya producido. Lo que en otras treguas fue el punto de partida, en esta parece que se quiera sea la rúbrica de un proceso que está resultando tan alambicado como opaco. Ayer mismo, José Jon Imaz hablaba de «esperanza tortuosa» que se puede mantener en tanto no haya víctimas mortales ni daños personales.
ETA ha tomado buena nota de la puesta en valor de que no haya un muerto más, de ahí que en el País Vasco exista la sensación de que para que esto no ocurra «el Gobierno se acabará moviendo» y el Ejecutivo a su vez confía en que el vértigo que puede producir en Batasuna una vuelta a las armas de ETA es un elemento, una circunstancia que cuando menos obligará a la banda a pensarse «más que en otras ocasiones» una ruptura de la tregua. Mientras los hechos no demuestren lo contrario, Gobierno y ETA se miran de reojo.
Charo Zarzalejos (ABC.es) (12/XII/06)
C´s#: Es muy posible que entre los días 21 al 24 de Diciembre, entre otras cosas es la forma que tiene ETA de felicitarnos la Navidad. Y luego a ver.
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