viernes, 22 de julio de 2011

Un acuerdo necesario

Tras el primer y frustrado rescate a Grecia, los jefes de Estado de la Eurozona afrontaron ayer una jornada trascendental en la que se abordó el segundo rescate al país heleno. Los estados miembros –alentados por Alemania y Francia, piezas clave para entender todos los movimientos– tenían más en mente suavizar las condiciones de ayuda que aportar más dinero. En ese sentido, los líderes europeos habrán accedido a alargar los plazos del crédito inicial –estimado en 110.000 millones de euros– hasta los quince años, en vez de los siete actuales, y a rebajar su interés, que pasaría del 4,5% al 3,5%. Dicho de otra manera: pagarán menos por esos préstamos y tendrán más tiempo para devolverlos. Estas medidas también serían aplicables a Irlanda y Portugal. Además, está encima de la mesa la posibilidad de incluir un «Plan Marshall» de inversiones en el país heleno. El objetivo último es reforzar la competitividad griega y frenar el contagio de la crisis a otros países, como así ha sucedido con Portugal, Irlanda, y la amenaza sobre Italia y España. Este acuerdo ha sido respaldado por las bolsas y los mercados financieros que, en cuanto conocieron las primeras líneas del borrador, mostraron su apoyo. En divisas, el euro ha repuntado y las bolsas extranjeras dejaron la volatilidad de las primeras horas para asentarse en el verde. La presión de los mercados hacia España también se ha relajado. La prima de riesgo ofrecida a los inversores por los bonos españoles respecto a sus homólogos alemanes registró un notable alivio, al situarse por debajo de los 300 puntos básicos, concretamente 285, desde los 320 del miércoles. El IBEX también experimentó una significativa mejoría, al subir un 2,93% y ha superado la cuota de los 10.000 puntos.

En principio sólo cabe felicitarse por que se haya desbloqueado una situación que estaba siendo muy perniciosa para España. Aún es pronto para conocer el alcance de estas medidas y su efectividad a largo plazo, pero sin duda tiene que contribuir a serenar a los mercados. Sin embargo, ésta es sólo la punta del iceberg de las profundas reformas que en materia económica tiene que emprender la zona euro. Para evitar hecatombes como la griega, la irlandesa e incluso la portuguesa, hay que ser mucho más rigurosos y actuar bajo un planteamiento unitario. Los países del euro deben plantearse más pronto que tarde una disciplina presupuestaria de hierro y hablar con una sola voz. Además, se debe fomentar una política fiscal común y se deben evitar, o al menos poner coto, los presupuestos alocados de algunos países que nos ponen en situaciones tan dramáticas como las que estamos viendo estos días y que contribuyen a los desequilibrios macroeconómicos. La realidad indica que hay países que están haciendo muy bien los deberes y otros que actúan desde la irresponsabilidad, provocando terremotos económicos que sólo contribuyen a debilitar al euro frente a otras monedas y a crear una desconfianza que además se propaga a una velocidad de vértigo a otros países, agravándoles sus problemas. Grecia prendió la mecha, la zona euro actuó como bombero apagando el fuego, pero ahora lo que se necesita es una buena planificación desde criterios realistas.

La Razón - Editorial

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