Tras perder todo el apoyo popular y todo el poder institucional, prejubilar a su presidente y quedarse sin la confianza de Bruselas y de los mercados, sólo queda que los españoles se pronuncien y pongan fin a la agonía sinsentido de este Gobierno.
Después de que el Consejo Regional de IU en Extremadura haya decidido no dar su apoyo a Guillermo Fernández Vara en la próxima sesión de investidura a presidente de la autonomía, parece que el PP de José Antonio Monago gobernará por primera vez la región en 28 años. El cambio, que debe analizarse junto al de Castilla-La Mancha, merece sin duda el calificativo de histórico, pues el socialismo desparecerá de dos de sus feudos tradicionales, en los que ya se había convertido en una enfermedad endémica.
Será el momento de practicar la austeridad y de introducir auténticas reformas liberalizadoras que acerquen a estas regiones al resto de España y será el momento, también, de levantar todas las alfombras para conocer el estado real de sus cuentas públicas y de romper cuantas redes clientelares haya ido tejiendo el PSOE durante tres décadas.
Pero sería algo propio de miopes si no viéramos la trascendencia nacional que posee el acceso del PP al Ejecutivo de la Junta de Extremadura. Tras el revés de IU, el PSOE habrá perdido todos los gobiernos autonómicos en las elecciones del pasado 22-M. Los españoles presentaron una moción de censura en las urnas tan flagrante que ni siquiera los naturales aliados de izquierdas de los socialistas quieren acercarse al tóxico partido de Zapatero y Rubalcaba.
En unos días, extremeños, asturianos, castellano-manchegos, cántabros, baleáricos y aragoneses se habrán librado en sus regiones del nefasto mando de los socialistas. Falta ahora que todos los españoles podamos zafarnos del Ejecutivo más devastador, desacreditado e impopular de la historia de nuestra democracia. Tras perder todo el apoyo popular y todo el poder institucional, prejubilar a su presidente y quedarse sin la confianza de Bruselas y de los mercados, sólo queda que los españoles se pronuncien y pongan fin a la agonía sinsentido de un Gobierno que está degenerando en la agonía de toda la Nación.
Será el momento de practicar la austeridad y de introducir auténticas reformas liberalizadoras que acerquen a estas regiones al resto de España y será el momento, también, de levantar todas las alfombras para conocer el estado real de sus cuentas públicas y de romper cuantas redes clientelares haya ido tejiendo el PSOE durante tres décadas.
Pero sería algo propio de miopes si no viéramos la trascendencia nacional que posee el acceso del PP al Ejecutivo de la Junta de Extremadura. Tras el revés de IU, el PSOE habrá perdido todos los gobiernos autonómicos en las elecciones del pasado 22-M. Los españoles presentaron una moción de censura en las urnas tan flagrante que ni siquiera los naturales aliados de izquierdas de los socialistas quieren acercarse al tóxico partido de Zapatero y Rubalcaba.
En unos días, extremeños, asturianos, castellano-manchegos, cántabros, baleáricos y aragoneses se habrán librado en sus regiones del nefasto mando de los socialistas. Falta ahora que todos los españoles podamos zafarnos del Ejecutivo más devastador, desacreditado e impopular de la historia de nuestra democracia. Tras perder todo el apoyo popular y todo el poder institucional, prejubilar a su presidente y quedarse sin la confianza de Bruselas y de los mercados, sólo queda que los españoles se pronuncien y pongan fin a la agonía sinsentido de un Gobierno que está degenerando en la agonía de toda la Nación.
Libertad Digital - Editorial
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