Si este país tuviera una legislación como Dios manda -en frase típica de Mariano Rajoy- el discurso que hizo ayer el líder del PP en el Parlamento sería propio de una moción de censura. En España las mociones de censura son 'constructivas', es decir, no se examina a quien en ese momento detenta el Gobierno, sino a quien aspira a él, razón por la que resulta casi imposible que un líder de la oposición esté dispuesto a presentarla, incluso en una situación tan extrema como la que hoy vive nuestro país.
Pero si la moción de censura fuera lo que su propio nombre dice, es decir, una censura al Gobierno de la nación, el discurso que habría hecho Rajoy coincidiría con el que ayer mismo hizo en el Pleno de las Cortes durante el debate del estado de la Nación. Este país, España -que luego siempre hay algún listo que piensa que no quiero decir el nombre-, necesita unas elecciones generales anticipadas, es lo que reclama la gente de la calle. Si fuera cierto eso que dice Peces Barba de que "la voz del pueblo es la voz de Dios", habría que decir que hoy Dios implora a Zapatero que se vaya.
Pero si la moción de censura fuera lo que su propio nombre dice, es decir, una censura al Gobierno de la nación, el discurso que habría hecho Rajoy coincidiría con el que ayer mismo hizo en el Pleno de las Cortes durante el debate del estado de la Nación. Este país, España -que luego siempre hay algún listo que piensa que no quiero decir el nombre-, necesita unas elecciones generales anticipadas, es lo que reclama la gente de la calle. Si fuera cierto eso que dice Peces Barba de que "la voz del pueblo es la voz de Dios", habría que decir que hoy Dios implora a Zapatero que se vaya.
Este es un Gobierno acabado, sometido al marcapasos de la deuda, una deuda que, como recordó ayer Rajoy, cuando llegó Zapatero al poder estaba sometida a una prima de riesgo de coste cero y hoy se encuentra al borde de los 300 puntos básicos con el bono alemán, lo que supone un encarecimiento brutal del coste de nuestra deuda. Ese dato, y el de los casi cinco millones de parados, es el que hoy identifica el fracaso de este Gobierno y hacen necesario un cambio político inmediato.
"Una hoja de calendario es lo que separa a los españoles que claman 'ya está bien', de un señor Rodríguez Zapatero que responde 'todavía no'", le dijo ayer Rajoy a un presidente que por la mañana había dado una muestra evidente de su agotamiento y de su incapacidad para sumir el reto del liderazgo de un país en crisis. España necesita un cambio, le urge un cambio, en todos los sentidos.
Hace falta un cambio de Gobierno, pero también un cambio de actitud. La tozudez, la obcecación de Rodríguez Zapatero, no hace más que ahondar en la desesperanza y el desánimo de los españoles, porque ni es creíble, ni genera confianza. Para Zapatero cuatro meses no van a ninguna parte, pero, primero, son más de cuatro meses, y cualquier tiempo es necesario ganarlo en una situación como esta. Elecciones ya, es la única salida a este enquistamiento, a esta agonía lenta a la que nos tiene sometidos Zapatero, como si creyera con somos los propios españoles los culpables de su fatal destino.
Es verdad que, como luego le diría Zapatero, Rajoy no aportó al debate una alternativa a la política del Gobierno... Pero también lo es que, en este momento, lo que necesita el país no es un debate sobre las propuestas del PP, sino, una vez constatada la incapacidad del Ejecutivo para dotar las medidas oportunas y liderar el programa de reformas que urge a la economía, votar y cambiar las cosas.
Zapatero siguió insistiendo ayer en su cortedad de miras, siguió empeñado en querer demostrar que las cosas no están tan mal, que hay brotes verdes, que nuestros sistema financiero sigue siendo el mejor del mundo, que la culpa de la crisis la tiene la construcción y el PP y que él, Zapatero, ha sido el campeón de las políticas sociales... Y en reprocharle al PP que ni ofrezca alternativas ni apoye las reformas del Gobierno. Pero la realidad es que cada vez que el PP presenta alternativas, el Gobierno las rechaza. Y cada vez que le ha tendido la mano, le ha respondido con el desprecio.
"Es muy difícil presentarse aquí con un balance como el suyo", dijo Rajoy. Y así es, porque Rodríguez Zapatero heredó la mejor situación económica, y va a dejar de herencia la peor que hayamos conocido. Si alguien demostró ayer que está profundamente alejado de la realidad, que vive ajeno a ella, a lo que de verdad están sufriendo cientos de miles de familias españolas, ese es Rodríguez Zapatero. Rajoy, al menos, hizo de altavoz de lo que los ciudadanos dejaron muy claro el pasado 22 de mayo: que quieren elecciones generales, y las quieren ya.
«La realidad es que cada vez que el PP presenta alternativas, el Gobierno las rechaza. Y cada vez que le ha tendido la mano, le ha respondido con el desprecio.»No vale esperar a noviembre, ni mucho menos a marzo. Tiene que ser ya, a la vuelta de verano, en septiembre a ser posible o principios de octubre como muy tarde, para que el nuevo Gobierno esté a tiempo de presentar en el Congreso unos Presupuestos Generales del Estado que cuenten con un amplio apoyo político para llevar a cabo el proceso de reformas que necesita este país. Zapatero nunca ha sido un gobernante con altura de miras, con sentido de Estado, pero alguna vez debería ser la primera para que Rodríguez Zapatero asumiera su responsabilidad.
"Una hoja de calendario es lo que separa a los españoles que claman 'ya está bien', de un señor Rodríguez Zapatero que responde 'todavía no'", le dijo ayer Rajoy a un presidente que por la mañana había dado una muestra evidente de su agotamiento y de su incapacidad para sumir el reto del liderazgo de un país en crisis. España necesita un cambio, le urge un cambio, en todos los sentidos.
Hace falta un cambio de Gobierno, pero también un cambio de actitud. La tozudez, la obcecación de Rodríguez Zapatero, no hace más que ahondar en la desesperanza y el desánimo de los españoles, porque ni es creíble, ni genera confianza. Para Zapatero cuatro meses no van a ninguna parte, pero, primero, son más de cuatro meses, y cualquier tiempo es necesario ganarlo en una situación como esta. Elecciones ya, es la única salida a este enquistamiento, a esta agonía lenta a la que nos tiene sometidos Zapatero, como si creyera con somos los propios españoles los culpables de su fatal destino.
Es verdad que, como luego le diría Zapatero, Rajoy no aportó al debate una alternativa a la política del Gobierno... Pero también lo es que, en este momento, lo que necesita el país no es un debate sobre las propuestas del PP, sino, una vez constatada la incapacidad del Ejecutivo para dotar las medidas oportunas y liderar el programa de reformas que urge a la economía, votar y cambiar las cosas.
Zapatero siguió insistiendo ayer en su cortedad de miras, siguió empeñado en querer demostrar que las cosas no están tan mal, que hay brotes verdes, que nuestros sistema financiero sigue siendo el mejor del mundo, que la culpa de la crisis la tiene la construcción y el PP y que él, Zapatero, ha sido el campeón de las políticas sociales... Y en reprocharle al PP que ni ofrezca alternativas ni apoye las reformas del Gobierno. Pero la realidad es que cada vez que el PP presenta alternativas, el Gobierno las rechaza. Y cada vez que le ha tendido la mano, le ha respondido con el desprecio.
"Es muy difícil presentarse aquí con un balance como el suyo", dijo Rajoy. Y así es, porque Rodríguez Zapatero heredó la mejor situación económica, y va a dejar de herencia la peor que hayamos conocido. Si alguien demostró ayer que está profundamente alejado de la realidad, que vive ajeno a ella, a lo que de verdad están sufriendo cientos de miles de familias españolas, ese es Rodríguez Zapatero. Rajoy, al menos, hizo de altavoz de lo que los ciudadanos dejaron muy claro el pasado 22 de mayo: que quieren elecciones generales, y las quieren ya.
El Confidencial - Opinión
0 comentarios:
Publicar un comentario