sábado, 12 de febrero de 2011

El dominó de la esperanza. Por Hermann Tertsch

¿Y ahora qué? Porque pasada la euforia de la caída de Hosni Mubarak nos daremos cuenta de que jamás ha concitado tan unánime aplauso y entusiasmo en el mundo la toma oficial del poder por una junta militar.

Se ha logrado el primer objetivo, imprescindible para salir de la agonía en que había quedado sumido el país como inevitable. Y claramente inevitable por mucho que lo lamenten quienes ven los acontecimientos con más miedos que esperanza. Nada es más innecesario ahora que un juicio moral a Mubarak. Yerran quienes hoy nos caricaturizan a Mubarak como el tirano absoluto sediento de sangre —que ha demostrado ahora no ser— como quienes lo defienden como un amigo del bien que aplicaba malos modos en casa. Torpes o grotescas son también algunas comparaciones. Véase con Franco. Habría que recordarles que mientras en El Cairo se reunía el millón para jugarse la vida ante los tanques exigiendo que Mubarak se fuera, en Madrid se reunía el millón para desfilar y presentar respeto al cadáver en capilla ardiente. Que la mayoría de nuestros ahora muy activos antifranquistas salieron de la clandestinidad cuando Franco llevaba diez años muerto.

Hay razones en Egipto para el miedo, por supuesto. Son muchos, más si cabe fuera que dentro, los que querrían un caos que llevara después a las hordas y falanges del fanatismo a hacerse con este país, piedra angular del mundo árabe. Y que ven así llegado el momento del paso de gigante hacia la reconstrucción del fantasmal califato que asalte y venza a la modernidad primero en sus territorios históricos y después en Europa.

Pero mucho sugiere que este seísmo político en el mundo árabe podría también tener el sentido precisamente contrario y sepultar toda esta corriente islamista. Quizás estemos realmente ante el equivalente de la Revolución francesa en el mundo islámico. Y el huracán de libertad e ilustración acabe con el oscurantismo, el fanatismo y los proyectos de dictaduras del terror teocrático.

Claro está que quienes más tienen que temer lo sucedido son quienes más reprimen a sus súbditos. Yemen y Sudán podrían ser los próximos. Y Siria e Irán están a la cabeza. Seguidos por Argelia, Marruecos y Jordania. Quien tenga tiempo para reformar que lo haga hoy, porque si no, mañana se lo habrá llevado el viento de la historia.


ABC - Opinión

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