domingo, 23 de enero de 2011

Zapatero contra el PSOE. Por Germán Yanke

Algunos dirigentes autonómicos del PSOE desean que Zapatero anuncie su futuro para que no se conviertan en un plebiscito.

Algunos dirigentes autonómicos del PSOE, que deben enfrentarse a sus contrincantes del PP el próximo mayo, desean que Zapatero anuncie la decisión sobre su futuro antes de las elecciones regionales para que no se conviertan los comicios en «un plebiscito Zapatero sí o Zapatero no». Esa sería, según este planteamiento, la intención de la derecha, formulada en el discurso de Aznar en la inauguración de la Convención de Sevilla: los resultados de mayo deben reflejar «un país que reclama ya el cambio político que necesita». La alternativa, según estos candidatos, sería que en la próxima convocatoria electoral se discutiesen, despejada la gran incógnita, los asuntos autonómicos y locales.

Nada de esto oculta la angustia y el pesimismo, el fracaso anunciado de los socialistas. Como ha apuntado Felipe González, la única decisión que respecto a su futuro correspondería exclusivamente a Zapatero es la de no presentarse ya que la otra, la de repetir, atañe también al partido. Quienes quieren el anuncio del presidente en estos meses que faltan hasta las autonómicas desean, aunque no lo digan abiertamente, que Zapatero revele que se retira. Y que lo haga después de una decisión sobre la reforma de las pensiones para que, soltado el lastre con el que identifican al presidente, se lo lleve todo consigo.

La estrategia de estos líderes regionales del PSOE es tan aciaga como contraria a sus intereses. Si piensan así los barones del partido, qué pensarán los votantes que observan al presidente y su política desde fuera y la padecen de modo más indefenso. Si el desastre es ya considerable, no hacen sino incrementarlo. Y, además, la retirada de Zapatero sólo supondría una ventaja si los candidatos socialistas se convirtieran en algo ajeno al PSOE y a la responsabilidad de haber alimentado una política y al presidente que la ha impulsado. El fracaso es el de un proyecto que ellos, los sostenidos por el líder, pusieron en manos del actual presidente. Pueden lamentarse, pero no quejarse.


ABC - Opinión

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