miércoles, 12 de enero de 2011

El lenguaje perverso. Por Alfonso Ussía

Se ha adueñado de los políticos y los periodistas. Con motivo del último comunicado de la ETA, gozosamente acogido por los ingenuos, se habla del «rechazo a la violencia» que próximamente anunciarán los cómplices batasunos de los asesinos. Violencia en lugar de terrorismo. «Será un rechazo, no una condena», advierten los analistas. ¿Y qué? ¿Qué importa que rechacen o que condenen? Ha dicho el Presidente del Gobierno que el comunicado se le antoja «insuficiente». ¿Insuficiente de qué y por qué? ¿Qué sería para Zapatero un comunicado suficiente?

El terrorismo siempre juega a lo mismo cuando se avecinan unas elecciones. Quiere representatividad y dinero. Los bienintencionados no desean la derrota definitiva de la ETA. Prefieren la buena educación y la generosidad del Estado de Derecho con quienes se han dedicado durante décadas a ensangrentarlo. Ahí coinciden los analistas allegados a la izquierda española y los nacionalistas. Lo decía Arrabal. «No olvidéis que los terroristas de la ETA antes que separatistas son comunistas». Madrazo sabe mucho de eso, y Llamazares, y Anguita, y Carrillo. «Hay que ser generosos con los que se arrepienten». ¿Cuáles son los motivos para la generosidad? Ninguno. A la ETA hay que destrozarla, desarmarla y encarcelarla. Una victoria que no ven con buenos ojos los nacionalistas sabinianos. Ahí está el vídeo –in vídeo veritas–, de la gran serie sobre la transición de Victoria Prego. Un Arzallus rotundo. «Los de ETA no son terroristas. Son patriotas». ¿Hace falta decir más?


Se habla del número de manifestantes batasunos en Bilbao. Unos dicen que sesenta mil, y otros que trescientos mil. Se asustan con la cifra. Escribe Raúl del Pozo que fueron muchos menos los que tomaron La Bastilla. En esa manifestación no estaban sólo los batasunos. Había de todo en lo que respecta al mundo cerrado del nacionalismo. Un Estado de Derecho no puede considerar cifras para justificar generosidades indecentes. Vuelan fajos de billetes de quinientos euros de las arcas del Estado a los bolsillos de mediadores. ¿Quiénes son los mediadores? ¿Quién les paga? ¿Para qué necesita un Gobierno democrático unos mediadores de terroristas? Nos parece normal lo que constituye una ofensa, una vergonzosa podredumbre. Eso, la perversión del lenguaje. Los mediadores no son otra cosa que comisionistas de la sangre. Si la ETA se siente acorralada, hay que acorralarla más, hasta su desaparición. Sin la ETA, ¿qué importan trescientos mil partidarios de la ETA? Trescientos mil personas que se manifiestan por una banda que no existe no pueden ser motivo de preocupación. Ya buscarán otros alicientes. Los comunistas, cuando se quedaron sin muro, se fueron al ecologismo «sandía», al feminismo fundamentalista y a investigar en Libia la genética de la lenteja. Algo encontrarán, pero con los terroristas en la cárcel y cumpliendo sus condenas.

El comunicado no dice nada, como los anteriores. Pero ha llenado de optimismo a muchos. Se desencantarán cuando llegue el momento de las desilusiones. El terrorismo no es comprensible. No razona. Doy y me das. ¿Ha renunciado la ETA a sus objetivos primordiales? No. Y nunca lo hará. Su comunicado no es una buena noticia, porque apenas es noticia. Y a Currin que le den por Currin.


La Razón - Opinión

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