sábado, 4 de diciembre de 2010

El enemigo impropio. Por Edurne Uriarte

Tras el enésimo papelón del Gobierno respecto a Marruecos, ayer, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la pregunta de las últimas semanas se repite. Por qué. Por qué un político como Rubalcaba se pone en evidencia unas horas después de las amenazas de Marruecos y en vísperas de la marcha marroquí sobre Ceuta afirmando que las relaciones con Marruecos se han mejorado y reforzado desde que Zapatero llegó al poder.

A falta de un Wikileaks que nos revele algún día secretos inconfesables de esta curiosa relación de amor no correspondido entre nuestro entregado Gobierno y el marroquí, hay una explicación más sencilla. Que no es, ciertamente, lo de la relación estratégica, que también repetía ayer Rubalcaba, pues igualmente lo es la de Estados Unidos y no le importó a Zapatero cuestionarla cuando Bush mandaba. Se trata más bien de la definición de amigos-enemigos realizada por Zapatero cuando estaba en la oposición que no ha querido ni ha podido cambiar. El enemigo era la derecha nacional y el amigo, cualquiera que hubiera tenido problemas con el enemigo. Aunque fuera un régimen autoritario como el marroquí.


Así lo ha entendido Marruecos y por eso organizó hace unos días una manifestación contra el PP y no contra España o contra el Gobierno. Porque, en cuestión de amigos y enemigos, Zapatero se ha explicado, al parecer, muy bien.

Sólo esta ofuscación ideológica en clave nacional puede explicar la persistencia de los socialistas en el error. Pues el balance de la estrecha amistad socialista marroquí es evidente para todos. Agresividad creciente del Gobierno marroquí contra España y escalada de provocaciones sobre Ceuta y Melilla.

Menos mal que «tenemos» una relación de confianza y podemos influir en Marruecos, como dijo Zapatero. Olvidó especificar que el «tenemos» se refería exclusivamente a él y a su partido, no a España.


ABC - Opinión

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