sábado, 27 de noviembre de 2010

España. Parole, parole. Por Eduardo San Martín

Unas horas después de esta estéril algarabía, asomaba en toda su gravedad la herida por la que España vuelve a perder la credibilidad.

Más allá de las dudas expresadas por el portavoz del PP, tal vez innecesarias y seguramente infundadas, y del trágico coro griego que le respondió desde el PSOE, con acusaciones más graves que las reservas formuladas por González Pons; detrás de toda la inútil hojarasca dialéctica con la que los grandes partidos alejan a los ciudadanos de la política cada día un poquito más; sólo unas horas después de esta estéril algarabía, asomaba en toda su gravedad la herida por la que España vuelve a perder la credibilidad provisionalmente recuperada tras los ajustes de mayo.

Lo había adelantado la mañana del jueves Joaquín Almunia, para escándalo y preocupación de sus compañeros socialistas. No, no era González Pons, aunque sus palabras no ayuden; los mercados, es decir, nuestros fondos de pensiones y de inversión, los gestores de nuestros ahorros, que esos son los principales acreedores de las deudas soberanas, tienen dudas de que el estado español salde sus cuentas pendientes si no cumple cuanto antes con los compromisos adquiridos hace meses y no les convence de que dispone de un modelo de crecimiento para después del apocalipsis inmobiliario. Las vacilaciones, las demoras, provocadas a lo que parece por el temor a enajenarse aún más el favor de sus menguantes electores, ese es el comportamiento que está minando la confianza en España, por mucho que Zapatero señalara a otros culpables en el Palau Sant Jordi. Y González, a su lado, lo sabía perfectamente aunque intentara tapar las vergüenzas de un sucesor por el que siente más bien poco aprecio.

Inmediatamente después, la realidad confirmaba los temores de nuestros prestamistas: ocho autonomías no van a cumplir el objetivo de deficit de 2011. Y sigue sin haber noticias de otras reformas pendientes, de cuya puesta en marcha el gobierno solo se puede culpar a sí mismo. Algo más serio que las palabras del PP.


ABC - Opinión

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