sábado, 27 de noviembre de 2010

La reflexión catalana. Por M. Martín Ferrand

Una Cataluña como la que ha pretendido el tripartito la ha encanijado económica e intelectualmente.

QUIZÁS no sea casualidad que las elecciones autonómicas de Cataluña se celebren el próximo lunes, día 29, festividad de San Saturnino, que es patrono de Sant Sudurní d'Anoia, Sant Sadurní de l'Heura, San Sadurní d'Osomort y de Montmayor además de otras localidades españolas, como Pamplona. El piadoso mártir era un predicador romano que, en el siglo III, anduvo por la Galia y por el noreste de la Península Ibérica dando noticia del Evangelio. Luego llegó a obispo de Tolosa, no de la villa guipuzcoana que ha beatificado las alubias, sino de la ciudad que hoy conocemos como Toulouse, y resulta significativo que los catalanes que se abrieron al mundo con el conocimiento de Cristo, la modernidad global en la Europa de Sant Sadurní, anden ahora encerrándose bajo su concha nacionalista, celosos de una identidad que, si bien se mira, comparten con todo el Mediterráneo.

A tal punto se está llegando en ese afán catalán por reducir su mundo, por acatetarse y cocerse en su propio jugo, que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, incapacitados ambos para la coincidencia con su adversario, han cerrado sus respectivas campañas electorales pidiéndole a los presuntos votantes, que no serán muchos, que voten las listas que optan a ocupar el Parlamentcon la vista puesta, más que en los intereses específicos de Cataluña, en los generales de España y, a mayor abundamiento, en el sentido del voto autonómico con respecto a la continuidad del uno y el acceso del otro a La Moncloa, ese horripilante chaletito de las afueras de Madrid que tanto les enloquece y motiva y que, según vamos viendo en quienes fueron sus inquilinos, tanto les enajena y transforma.

El proceso autonómico, que tantas cosas buenas aportó ya a la vida española, y no solo en la descentralización administrativa, está invirtiendo su valor y su mérito, contra lo previsto en el Título VIII, en razón de sus excesos interpretativos. Por ello la memoria de San Saturnino, Sant Sadurní, que fue uno de quienes ensancharon el horizonte de lo que hoy es Cataluña puede ser útil. Una Cataluña como la que ha pretendido el tripartito ha encanijado económica e intelectualmente el territorio que llegó a ser el más abierto y esponjoso, atractivo y evolucionado, de toda la Nación. Aquellos gloriosos tiempos en que todos los peces del Mediterráneo tenían la cola cuatribarrada ya no son posibles. Roger de Lauria no está disponible y la Corona de Aragón, evolucionando para su mayor prosperidad y grandeza, es hoy la Corona de España. Nos iría a todos mejor, incluyendo a Rajoy y a quien sustituya a Zapatero, si somos capaces de sentirnos unidos.


ABC - Opinión

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