lunes, 29 de noviembre de 2010

Montilla y Mas cumplen como teloneros del Barça-Madrid. Por Antonio Casado

Salvo la cifra de abstención, menor de la prevista, y la subida del PP, mayor de la anunciada en las encuestas, los resultados de las elecciones catalanes no defraudaron respecto a las previsiones. La victoria histórica de Artur Mas y el revolcón a los socialistas catalanes de José Montilla por méritos propios confirmaron los dos elementos centrales del análisis. Con sus correspondientes derivadas: la muerte del “tripartito”, el retroceso de la izquierda y el retorno al poder del nacionalismo.

Por tanto, buen trabajo de los primeros actores del drama como teloneros del Barça-Madrid. Un acontecimiento, el de esta noche, de carácter universal. Mientras que las elecciones catalanas de ayer no dejan de ser un acontecimiento de cercanías. Montilla y Mas se ajustaron al guión, que estaba escrito en todas las crónicas de vísperas. Pero la enorme expectación creada por este partido de máxima rivalidad, no permite aparcar la gravedad de lo ocurrido en el seno de la familia socialista.


Dígase por derecho. El PSC de Montilla acaba de pagar el precio de su renuncia a actuar como un partido socialista, obrero y español y de su empeño en disfrazarse de partido nacionalista, a la contra de su genética y de su historia. El huevazo acompañado del “Viva España” de anoche contra el portavoz del PSC, Mikel Iceta, es la anécdota cargada con la moraleja de esta derrota socialista. Y a la vez explica el subidón del PP, curiosamente el partido que impugnó ante el Tribunal Constitucional la extravagante incursión de Zapatero, Maragall y Montilla en territorios ideológicamente ajenos.

En resumen. Uno, la tradicional ventaja catalana del PSOE sobre el PP, decisiva en elecciones generales, está en el aire desde ayer. Dos, muere el tripartito sin posibilidad de reinventarse. Y tres, el desahogado triunfo de CiU permite hablar de Artur Mas como próximo presidente de la Generalitat. Esta plantilla fija, impuesta por la aritmética electoral, solo nos deja especular en lo inmediato sobre la política de alianzas. Empezando por la misma sesión de investidura, respecto a la cual únicamente podemos dudar sobre si Artur Mas será investido por mayoría absoluta en la primera sesión o si hará falta una segunda para obtener la confianza por mayoría simple.

Las dos hipótesis son probables. Incluso sin que Mas tenga necesidad de negociar los apoyos, sabiendo que es políticamente imposible un alineamiento del resto de los partidos en el “no”. Aunque lo normal es que espere a salir investido en una segunda votación. La normativa electoral catalana le permite intentarlo hasta cinco veces, aunque no hará falta para salir elegido por mayoría simple. Le bastaría con la abstención del PP. O la de ERC.

De ese modo, y por distintas razones, tanto el PP como ERC dejarían la puerta abierta a abierta a una futura colaboración con el nuevo Gobierno. Y Artur Mas, encantado de aplicar la consabida geometría variable en su gestión. Para asuntos económicos, con el PP. Para asuntos “de país”, como suele decir el líder de CiU, con los nacionalistas de ERC. Y enfrente, los socialistas de Montilla (por ser precisos, de quien venga a sustituirle como líder del PSC, o lideresa), que vuelven a la oposición siete años después.


El Confidencial - Opinión

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