sábado, 13 de noviembre de 2010

Indigno esperpento. Por Hermann Tertsch

Tengo que discrepar hoy del juicio de mi querido y admirado Carlos Herrera. A lo que estamos asistiendo estos días, con la vergonzosa actuación del Gobierno español en la crisis marroquí, no tiene nada que ver con «realpolitik». Es más bien lo contrario, un alarde de dejación en la defensa de los intereses de España.

Es inmoral por la aceptación de la brutalidad marroquí, pero ante todo por el desarme moral, político y de seguridad que supone esta quiebra. Y es un espectáculo grotesco de cobardía e incompetencia. No vamos a enumerar los errores, la falta de criterio y dignidad de todos los responsables de esta traca indecorosa. Sí, la desautorización de la ministra Jiménez quince días después de su nombramiento con la orden directa del presidente a su antecesor para que viajara a Argel, es un disparate.


Pero «Morotrini» se ha desautorizado ella sola en dos semanas con tal rotundidad, rapidez y soltura que su única salida digna es dimitir. Nuestra política exterior ha entrado en el esperpento.

El régimen dictatorial de Marruecos no se ha vuelto loco. No puede asegurarse lo mismo de nuestra democracia. Rabat ha visto que una nueva generación de saharauis cristaliza en una amenaza real. Ha decidido decapitarla. Y goza de una constelación ideal para esta empresa, con EE.UU. y Francia preocupados por cualquier brote radical en el Magreb, y una España dirigida por esta tropa de ineptos. Obsesionados por no perder sus intereses en Marruecos. Suyos, no de España. Renunciaron a utilizar los medios de presión que tiene España. Que son más que los de Marruecos frente a nosotros. Como con otras satrapías, han pretendido una armonía tramposa a cambio de jirones de dignidad española. Rabat les ha cogido la medida. Son incapaces de defender a los periodistas. Excuso hablarles de nuestra soberanía.


ABC - Opinión

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