martes, 5 de octubre de 2010

Se recrudece la crisis. Por Fernando Fernández

El gobierno sigue exhibiendo un optimismo deslumbrante, pero la verdad es que cada vez tiene menos argumentos objetivos. Los datos que vamos conociendo del tercer trimestre no dejan lugar a dudas. La tenue recuperación, si es que se le podía llamar así, se ha abortado. Como era de esperar, la retirada del extraordinario impulso fiscal, trece puntos del PIB en dos años, ha pasado factura y eso que la inyección monetaria todavía se mantiene, y parece que por mucho tiempo dada la fragilidad financiera, pues no cabe olvidar que en España los tipos de interés reales son negativos y aún así la demanda de crédito no se ha recuperado, porque no hay confianza en el futuro. Habrá quien piense, incluido algún Premio Nobel, que la contracción fiscal ha sido una virtud prematura, pero yo prefiero recordar que las políticas de demanda solo pueden cambiar el perfil temporal de la actividad económica, espolear el crecimiento actual a costa del futuro, y eso solo en la medida en que los agentes económicos, inversores incluidos, sean sorprendidos en su buena fe. Lo que cada vez es menos posible. Es otra consecuencia de la globalización.

Los datos de desempleo y afiliación de septiembre son malos, sin excusas, peores de lo esperado. Nos lo temíamos pues Eurostat ya nos había advertido que la tasa de paro desestacionalizada de la economía española en agosto había subido al 20,5%. Añadamos la caída de la confianza del consumidor y del indicador de actividad de servicios y se vuelve a configurar un cuadro recesivo. La mayoría de analistas esperan ya un crecimiento con tasas intertrimestrales negativas en el segundo semestre, sin olvidar que las interanuales nunca han dejado de serlo. Si alguien cree que eso es recuperación que se lo haga mirar, porque la gente de la calle entiende otra cosa. Si no le gustan las series estadísticas, que miren las encuestas. Dicen lo mismo.


ABC - Opinión

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