jueves, 21 de octubre de 2010

Rubalcaba, bastón y garrote de Zapatero

Este cambio de políticos, que no de política, no supone más que una nueva huida hacia adelante de un presidente de Gobierno que está dispuesto a aferrarse al poder, no combatiendo la crisis, sino a la oposición más que nunca.

La desaparición de la populista paridad, así como la de los no menos inútiles Ministerios de Igualdad y de Vivienda, es lo único positivo de la profunda como preocupante remodelación de Gobierno anunciada este miércoles por Zapatero. Y decimos preocupante no sólo porque esta remodelación no vaya a suponer un cambio que no sea a peor para hacer frente a la gravísima crisis institucional y económica que estamos padeciendo, sino también por el enorme poder que va a concentrar en sus manos un personaje tan siniestro como Alfredo Pérez Rubalcaba.

El encubridor de los GAL y de Filesa, el incitador del acoso a las sedes del PP en 2004, el ministro de SITEL, el del chivatazo a ETA y el que obstruye la acción de la justicia que impulsan las víctimas del 11-M, va a sumar a su cartera de Interior la de la vicepresidencia primera, así como la de la portavocía del Gobierno. Eso, sin tener en cuenta que semejante ascenso en el Ejecutivo podría colocar a Rubalcaba como delfín en el caso de que Zapatero no aspirara a presentarse a un tercer mandato.

Lo que parece evidente, en cualquier caso, es que el presidente del Gobierno está dispuesto a llegar hasta el final la legislatura y que se dispone a hacerlo utilizando a Rubalcaba como principal bastón y garrote político. Eso, sin olvidar que los cargos que ahora va a ostentar Rubalcaba, así como la irrupción de Ramón Jáuregui como ministro de la Presidencia, hacen aun más preocupantes y creíbles los compromisos que Zapatero ha adquirido con el PNV respecto a ese eufemismo del "final dialogado de la violencia".


Cabe también destacar la concentración de poder que, en el seno del PSOE, va tener José Blanco, tras el disparatado nombramiento de Leire Pajín como nueva ministra de Sanidad y su sustitución por Marcelino Iglesias, mero títero en las manos del ministro de Fomento. Que alguien como Pajín, que sólo ha destacado a la hora de hablarnos de la "masculinidad del PIB", de "acontecimientos planetarios" o de la "normalidad" que supone los traductores de lenguas regionales en el Senado, se convierta en ministra de Sanidad –cuando hasta confunde los métodos abortivos con los anticonceptivos– es muestra de hasta qué punto Zapatero está falto de "recursos humanos" mínimamente preparados.

Otro tanto podríamos decir del nuevo ministro de Trabajo y ex miembro de la UGT, Valeriano Gómez, cuyos únicos "meritos" que se recuerdan son el de haber sido administrador único de la Promoción Social de Viviendas (PSV) durante el escándalo en el que se vio envuelta la cooperativa, así como su fugaz paso por la secretaría general de Empleo con Caldera. Que el presidente del Gobierno nombre ministro de Trabajo a quien, en el colmo del disparate, se acaba de manifestar junto a los sindicatos en contra de la tímida "reforma" laboral aprobada por el Ejecutivo, es una insuperable muestra de lo poco que Zapatero se toma en serio la falta de flexibilidad de nuestro mercado de trabajo y, por el contrario, de la importancia que le concede a hacer guiños a la izquierda, tal y como también ha pretendido hacer con el nombramiento de la ex dirigente de IU, Rosa Aguilar, como nueva ministra de Medio Ambiente.

Finalmente, no podemos ocultar nuestro alivio por la salida del Gobierno de Miguel Ángel Moratinos, con seguridad el peor ministro de Exteriores que hayamos tenido nunca en democracia. Con todo, su sustituta, Trinidad Jiménez, tendrá que poner mucho de su parte para convencer a los españoles de que su nombramiento no se debe más que al agradecimiento de Zapatero por haberse enfrentado en primarias contra el "rebelde" de Tomás Gómez.

En definitiva, que este cambio de políticos, que no de política, no supone más que una nueva huida hacia adelante de un presidente de Gobierno que está dispuesto a aferrarse al poder, no combatiendo la crisis institucional y económica, sino a la oposición más que nunca. Rubalcaba se consolida como el hombre fuerte del Ejecutivo y Blanco como el del partido; Zapatero cede claramente poder ante ellos, no sabemos si para suplicar su auxilio y poder llegar vivo a 2012 o porque finalmente piensa retirarse de la política y concentrarse en su familia. Ambas hipótesis son posibles y sólo el tiempo despejará la incógnita. Lo que sí podemos adelantar sin lugar a dudas es que este nuevo Gabinete no contribuirá a resolver ninguno de los problemas de los españoles sino más bien a agravarlos. No otra cosa han sabido hacer los Ejecutivos de Zapatero en los últimos seis años.


Libertad Digitl - Editorial

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