viernes, 1 de octubre de 2010

Punto final. Por Alfonso Ussía

Punto final al tostón de la presumible y ficticia huelga general. Un fracaso absoluto. «Democrática y constitucional» según Méndez y Toxo. Si esta cosa con pretensión de huelga ha triunfado en algún sector, ha sido gracias a los piquetes violentos, a los matones, a los contratados para impedir el derecho al trabajo. Y eso no es democrático y menos aún, constitucional. Analfabetismo puro o cinismo polisémico. En donde no han llegado los piquetes, total normalidad. Por todo ello, un chasco de fiesta. ¿Quién ha pagado los gastos? ¿De qué caja han salido los millones que han cobrado los piqueteros? ¿Y los carteles, los altavoces, el montaje final y demás vainas? Los que no hemos hecho huelga. Es decir, el ochenta por ciento de los contribuyentes.

He paseado con parsimonia por mi barrio. Ningún comercio cerrado. A un grupillo de piqueteros la gente los ha insultado. No con crudeza ni grosería. Simplemente han sido señalados como vagos, gandules, carotas y otras pequeñas lindezas. La propietaria de un comercio ha firmado una inteligente síntesis: «Estos vagos sólo trabajan un día cada tres o cuatro años para impedir que trabajen los demás».


Para mí que Méndez y Toxo, por mucho que celebren la gamberrada, se sienten hundidos. No se puede convocar una huelga general contra los suministradores del dinero. Y lo lamento profundamente por Rubalcaba. De haber puesto algo más de interés, los piquetes madrugadores no hubieran conseguido sus nada democráticos ni constitucionales objetivos. Sucede que el Gobierno y los sindicatos son familiares, y contra la familia no se actúa. Ha dicho el Presidente del Gobierno que deseaba respetar el derecho a la huelga y el derecho al trabajo. El segundo derecho no se ha respetado ni en la industria, ni en el transporte urbano colectivo.

Y al final, a la Puerta del Sol, qué casualidad. Allí se ubica la presidencia de la Comunidad de Madrid, qué casualidad. Y la presidenta de la Comunidad de Madrid, democrática y constitucionalmente elegida, ahora sí, por los madrileños, se llama Esperanza Aguirre, qué casualidad. Todo muy casual, muy coincidente, muy sospechoso. Pero los manifestantes estaban cansados. Eran los mismos, reunidos, que formaron los piquetes. Muchos de ellos, cansados y con un sobre agradecido en el bolsillo. El cansancio se nota, como la desilusión. Méndez y Toxo, los grandes responsables del fracaso, los cómplices callados –¡Tres años sin decir ni mú!–, de la desastrosa política social y económica del Gobierno, se sabían vencidos mientras soltaban las bobadas de siempre. Se han gastado por nada y para nada. En UGT y en Comisiones Obreras ya han principiado las conspiraciones. Sus puestos son muy apetecidos y apetecibles. Y cuando pase la falsa euforia, llegarán las críticas sinceras y las amarguras propias del chasco. Punto final a la huelga general. ¡Qué rollo!


La Razón - Opinión

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