martes, 21 de septiembre de 2010

Suecia como síntoma

A pesar de la crisis financiera, los votantes han dado claramente la espalda a la socialdemocracia, que recibe un castigo aún mayor que en las pasadas elecciones.

A pesar de no haber obtenido una mayoría absoluta, la segunda victoria electoral del líder conservador sueco Fredrik Reinfeldt puede considerarse como un resultado histórico, teniendo en cuenta la tradicional hegemonía socialdemócrata en este país. La gestión de la coalición de centro-derecha está liberando a la sociedad sueca de más de medio siglo de lastre acumulado por el Estado, y ese es el rumbo que una mayoría de electores ha ratificado. A pesar de la crisis financiera, los votantes han dado claramente la espalda a la socialdemocracia, que recibe un castigo aún mayor que en las pasadas elecciones. Sin embargo, la entrada en el Parlamento del Partido de los Demócratas Suecos (SD) constituye un elemento preocupante tanto por algunos de los fundamentos xenófobos de la política que defiende como por confirmar una tendencia que se refleja en muchos países de Europa. La clave del éxito del SD —su propuesta de limitar la llegada de inmigrantes, y específicamente de musulmanes— puede analizarse de varias maneras, pero después de lo ocurrido en Francia con el polémico caso de los gitanos rumanos, no debería seguir siendo ignorado. Los electores que en Suecia o en otros lugares de la UE escuchan los cantos de sirena de los extremistas lo hacen porque los partidos tradicionales no son capaces de salir del espeso campo de lo políticamente correcto y se niegan a plantear un análisis serio de los problemas que genera una sociedad en la que una parte relevante no logra integrarse. Muchos se extrañarán de que también en la tolerante Suecia haya hecho su aparición una fuerza política de estas características, pero lo cierto es que si eso sucede es porque, hasta ahora, otras fuerzas se han negado a afrontar el problema con el necesario realismo.

ABC - Editorial

0 comentarios: