jueves, 30 de septiembre de 2010

Mañana de piquetes, tarde de marchas y baile de cifras. Por Antonio Casado

La foto de la mañana quedó movida por los incidentes con piquetes, policías antidisturbios, trabajadores y unos ciudadanos que pasaban por allí. Los medios de comunicación trasladaron la impresión de estar viviendo una jornada de guerrillas urbanas y no de huelga general. Eso refleja uno de los aspectos capitales del llamamiento de los sindicatos a una movilización general contra la “política antisocial del Gobierno”.

Me refiero al divorcio entre convocantes y convocados. O, por decirlo de otro modo, la colisión entre una minoría sindical muy activa y una inmensa mayoría de ciudadanos poco inclinada a secundar el llamamiento. Colisión ilustrada con una avalancha de testimonios cargados de violencia, coacción y, esto es lo nuevo, actos de resistencia de los ciudadanos frente a los excesos de los llamados piquetes informativos. En otros tiempos, el ciudadano o el trabajador que no secundaba la huelga daba un paso atrás para evitar males mayores. Ahora también, pero con más gente dispuesta a plantarle cara a los piquetes coactivos. El número de sindicalistas que han resultado lesionados en el desempeño de esa tarea ha sido inusualmente elevado.


Baile de cifras

Si la foto de la mañana quedó movida por los choques verbales y físicos, en la foto de la tarde quedaron las manifestaciones en las grandes ciudades y ese clásico que es la guerra de cifras. Con una novedad. En esta ocasión el Gobierno no entra en la disputa. Las únicas cifras de seguimiento facilitadas anoche por el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, sólo se refieren a los trabajadores de la Función Pública. Con bajísimos porcentajes de absentismo. Y un poco más altos en las empresas públicas del área de Fomento: 35 % en el turno de mañana y 6% en el de tarde.

Así que en las cifras generales tenemos que atenernos a ese poco creíble 70 % de seguimiento contabilizado por las organizaciones sindicales. O a los sondeos de los medios de comunicación sobre la impresión de los ciudadanos, que reflejan un rotundo fracaso de la huelga general. Hasta el 95 % en el caso de los lectores de El Confidencial que así lo creen. El Gobierno no se moja. “Desigual” fue la palabra elegida por el ministro Corbacho cuando ayer le pidieron su valoración.

Estaba cantado que los sindicatos amontonarían en la misma cifra de huelguistas a los que no quisieron trabajar y a los que no pudieron. Descontado ese efecto, es evidente que las cifras de seguimiento no le dan a los sindicatos para tirar cohetes, si se excluye el sector industrial y unos transportes obligados a funcionar bajo mínimos impuestos o pactados.

En cualquier caso, es el Gobierno el que tiene la clave para elevar a definitiva una conclusión sobre el éxito o el fracaso de la huelga general de ayer. Depende de si, como esperan los sindicatos, rectifica en las políticas inspiradas decididas bajo la presión de sus acreedores internacionales. O, por el contrario, se ratifica en la reforma laboral y los ajustes decretados, pasándose por el arco del triunfo la presión de los Sindicatos. Hagan apuestas.


El Confidencial - Opinión

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