EL general Stanley McChrystal lo expresó de una forma tan grosera que tuvo que ser destituido.
EL general Stanley McChrystal lo expresó de una forma tan grosera que tuvo que ser destituido y aunque su sucesor, el general David Petraeus, lo ha hecho de forma más diplomática, ambos han revelado que existe una contradicción entre la posición de los militares que dirigen la guerra de Afganistán y la del presidente norteamericano, Barack Obama. La Casa Blanca está buscando una retirada más o menos expeditiva, y los generales insisten en que no sería razonable abandonar aquel país antes de estar seguros de que se han alcanzado los objetivos que se fijaron al inicio de la misión. El secretario de Defensa, Robert Gates, ha tenido que salir en defensa del presidente, pero lo ha hecho anunciando que también él abandonará su puesto.
Obama se está dejando arrastrar por el cansancio de la opinión pública, al igual que muchos dirigentes políticos aliados que acusan el esfuerzo político de seguir apoyando un conflicto al que no se le ve salida. Está claro que si el objetivo fuera la retirada, lo mejor sería dedicarse a ello cuanto antes, porque a partir del momento en que se ha tomado esta decisión, cualquier sacrificio futuro carece de sentido. Pero eso sería un error gravísimo, porque también haría inútiles todos los esfuerzos realizados hasta ahora y, lo que es peor, dejaría en evidencia a la Alianza Atlántica por no haber tenido la determinación política de cumplir sus propias metas.
La guerra de Afganistán pesa cada vez más en los países aliados y todo el mundo espera que termine cuanto antes. Pero debe terminar con la victoria clara de la OTAN, con la derrota de los talibanes y con un Afganistán estable puesto en manos de sus ciudadanos. Cualquier otra opción no haría más que trasladar la guerra a escenarios más cercanos.
La guerra de Afganistán pesa cada vez más en los países aliados y todo el mundo espera que termine cuanto antes. Pero debe terminar con la victoria clara de la OTAN, con la derrota de los talibanes y con un Afganistán estable puesto en manos de sus ciudadanos. Cualquier otra opción no haría más que trasladar la guerra a escenarios más cercanos.
ABC - Editorial
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