sábado, 7 de agosto de 2010

Espantada en la Moncloa

EL esperpento socialista de Madrid se coronó ayer con la suspensión de la reunión que iban a mantener en La Moncloa Rodríguez Zapatero y Tomás Gómez, secretario general de los socialistas madrileños. Lo único que le faltaba a la cadena de torpezas que protagoniza la dirección del PSOE en la plaza madrileña era que una implicación personal de su máximo responsable y presidente del Gobierno se saldara con un fiasco como el de ayer. Oficialmente, la reunión se suspendió como respuesta a su filtración a los medios el día anterior, pero la explicación es insostenible, porque, de ser cierta, la suspensión se habría acordado el mismo jueves, sin esperar al viernes. Además, en una disputa interna caracterizada por las indiscreciones y la locuacidad de sus protagonistas, la primicia de la reunión no quitaba ni añadía nada a la necesidad que tiene el PSOE de resolver cuanto antes este asunto.

El laberinto madrileño del PSOE empieza a ser de escala nacional por la falta de cálculo de sus responsables para evaluar la gravedad de la situación. Desde ayer, el problema de la candidatura de Madrid es el problema de la autoridad de Zapatero en el PSOE y, también, el de un equipo incapaz, desde hace años, de encarrilar sus apuestas frente a Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón. Es más verosímil que la reunión se suspendiera anticipadamente para ahorrarle a Zapatero un ejercicio fallido de autoridad ante Tomás Gómez, quien sigue dispuesto a encabezar la candidatura socialista a la Comunidad de Madrid, confiado en el respaldo mayoritario de sus compañeros. También sucede que los antecedentes de Trinidad Jiménez y Miguel Sebastián para la Alcaldía de Madrid no avalan a Zapatero para reclamar ante el PSM una especial legitimación en la designación de candidatos. No es extraño que los socialistas madrileños pidan que se respete su decisión por una vez.

El patinazo de ayer en La Moncloa refuerza la posición de Gómez, al menos por el momento, porque ha superado la cita con Zapatero por abandono del contrario. El resultado de este aplazamiento es muy perjudicial para la dirección nacional del PSOE, porque demuestra que no controla la situación y que la autoridad de Zapatero no está en sus mejores momentos. Además, estos episodios polémicos queman los nombres de los candidatos alternativos, como el de Trinidad Jiménez, que acaban convertidos en víctimas de los errores de su propio partido. El PSOE ha conseguido lo que menos le convenía: que en su partido se piense que Gómez ha ganado un asalto a un Zapatero debilitado en todos los frentes. También desde dentro.


ABC - Editorial

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