viernes, 6 de agosto de 2010

Elegir la derrota. Por Ignacio Camacho

Si la brecha sigue aumentando Zapatero va a tener que elegir por cuánto quiere perder y ponerle fecha a la derrota.

COMO la célebre rosa de Gertrude Stein, una encuesta es una encuesta es una encuesta es una encuesta. Sólo una encuesta. Es decir, un retrato (aproximado) de opinión pública en unas determinadas circunstancias, que no conviene extrapolar sin riesgo a situaciones eventualmente diferentes. No es un pronóstico, ni una predicción ni una cábala, y sólo tiene el valor del momento en que sus preguntas han sido contestadas. Ahora bien, cuando muchas encuestas coinciden en similares resultados y además lo hacen durante un lapso de tiempo sostenido, entonces estamos ante una tendencia sociológica, y ésa es la conclusión esencial que se desprende de los numerosos sondeos que desde hace meses reflejan una considerable y creciente ventaja electoral del PP. Lo que esa variopinta serie de estudios indica es que, en primer lugar, el Partido Popular ganaría las elecciones si se celebrasen ahora mismo, y en segundo, que tiene toda la traza de ganarlas en un plazo medio porque el desgaste del Gobierno está consolidando un vuelco político.

La última y recién conocida oleada del CIS señala, además, que la relativamente baja valoración de Mariano Rajoy no influye demasiado en esa expectativa de triunfo, porque la imagen y el crédito de Zapatero se han desmoronado y la gente ha dejado de creer en sus maniobras tácticas. También indica el sondeo que la intención directa de voto del centro-derecha es ya sensiblemente superior a la de los socialistas; y por último, revela que el instituto de opinión oficial maneja de forma discrecional sus propias proyecciones, cocinando a la baja los resultados del PP porque no se los acaba de creer del todo. En realidad, la ventaja probable —y la que habría reflejado cualquier otro estudio a partir de los mismos datos— es de unos diez puntos, o sea, una verdadera paliza; pero el CIS, que dispone de los mejores encuestadores y de la mejor red de campo de España, tiende a corregir sus cifras con un criterio político. A lo mejor, sin embargo, está en lo cierto y cuando lleguen las elecciones el PSOE consigue recortar la distancia hasta esos cinco o seis puntos que ahora mismo parece haberse sacado de la manga con un sesgo favorable al Gobierno.

Con esas perspectivas tan poco alentadoras para sus intereses, es evidente que el único recorrido político viable para Zapatero consiste en principio en sostener «como sea» la legislatura a ver si le mejoran un poco las expectativas, y no adelantar de ningún modo unas elecciones que a día de hoy tiene más perdidas que el famoso barco de arroz de Perón en la autarquía franquista. Pero si la brecha sigue aumentando va a tener que tomar una decisión dolorosa: elegir por cuánto quiere perder y ponerle fecha a la derrota. Quizá ésa sea su última prerrogativa, aunque está por ver si tendrá la responsabilidad suficiente para comprenderla.


ABC - Opinión

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