El terrorismo islamista sigue siendo una amenaza real para España. Así lo advierte el informe del Departamento de Estado de Estados Unidos, en el que se subraya que nuestro país continúa siendo un «objetivo principal» de los grupos islámicos terroristas. Prueba de ello es que, en la actualidad, dos españoles permanecen secuestrados desde noviembre por la rama de Al Qaida en el Magreb Islámico, que tiene en el punto de mira a España. Lejos de ser casual, es significativo, y preocupante, que hayan bautizado su unidad de propaganda como «Al Andalus». Y es que, como subraya el informe del Departamento de Estado, parte del arsenal ideológico de los grupos islámicos terroristas descansa en su imaginario sobre la necesidad de reconquistar el solar donde floreció la cultura musulmana, ese mítico Al Andalus que tienen como paraíso perdido o tierra de promisión. También se amparan en la necesidad de «liberar» los enclaves españoles en África de Ceuta y Melilla y en la retirada militar de los contingentes españoles en Afganistán y Líbano. La primera conclusión de este informe es que desmonta la falacia del discurso que azuzó la izquierda que afirmaba que el salvaje atentado del 11-M era una trágica consecuencia de nuestra presencia en Irak. La realidad nos dice que, desde 2004, el terrorismo islamista no ha dejado de mostrarse activo en nuestro país. Prueba de ello son las más de 28 operaciones antiterroristas que han llevado a cabo las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad contra redes cuyas principales funciones eran el apoyo logístico, el reclutamiento y envío de voluntarios para integrarse en células terroristas, así como la preparación de atentados en nuestro país que fueron finalmente abortados. Entre ellas cabe destacar la detención, en enero de 2008, de una célula que preparaba un ataque contra el sistema de transporte en Barcelona. Los once acusados, la mayoría pakistaníes, fueron condenados, en 2009, con sentencias de entre 8,5 y 14,5 años. Aunque la comunidad musulmana está bien arraigada en nuestro país sin que protagonice ningún altercado cívico o algún episodio que altere la convivencia, sí es cierto que hay una minoría ante la que conviene estar alerta. Los radicales están asentándose en torno a ciertas mezquitas con la intención de captar adeptos entre los más moderados. Recientemente, especialistas en combatir el terrorismo islamista advirtieron del riesgo de que el canal de televisión de contenido religioso «Córdoba» se convierta en plataforma del yihadismo a partir de octubre. No en vano difundiría el wahabismo, una doctrina radical del islam, con la intención de adoctrinar y desestabilizar a la comunidad musulmana. Conviene estar más que atentos a la evolución de estos focos radicales, calibrar su operatividad dentro y fuera de nuestras fronteras y actuar con diligencia en cuanto aparezca cualquier indicio de delito. Hasta el momento, el Ministerio de Interior y los jueces están haciendo una notable labor, pero hay que insistir en ella, diseñando unas líneas de actuación aún más eficaces dentro y fuera de nuestras fronteras para impedir que los fanáticos vuelvan a golpear brutalmente a los españoles.
La Razón - Editorial
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