viernes, 6 de agosto de 2010

Crisis. El verano de 2010. Por Agapito Maestre

Me encojo de hombros, después de haber oído la plática del dueño del chiringuito. Y no me atrevo a largarle un jarro de agua fría a su optimismo, pero me he quedado con las ganas de preguntarle: "¿Cuánto tiempo todavía podremos aguantar?".

Oigo por la radio que los controladores amenazan con huelga, pero el ministro Blanco aguanta, porque se siente fuerte frente a un "colectivo" que parece haber perdido la cabeza. El verano está entretenido con el truchimán de La Moncloa cambalacheando con la ETA. Después de siete años, que ya son años, ha conseguido detener al asesino de Josefa Pagazaurtundua. La gente de bien celebra, cómo no, estas detenciones, pero los periodistas de Zapatero exhiben esa detención como el fin de la negociación con ETA. Falso. Es absolutamente compatible esta política de detenciones con una negociación a medio plazo con los criminales de ETA. Es la gran aportación de Zapatero a la historia de la infamia de la política.

Malo es lo de ETA, pero la crisis económica parece minar aún más la moral de los españoles. Es obvio que las vacaciones se han reducido, o peor, muchas familias españolas no saldrán de sus casas en todo el verano. Escribo cerca del mar. El chiringuito de la playa está casi vacío. La gente apenas consume. Pago por el alquiler del piso la mitad que el año pasado, pero me dice un vecino que lo podría haber conseguido aún más barato. Ya sé que no descubro nada nuevo, pero son datos básicos para saber que la crisis va para largo. Este cronista percibe que el personal está triste. Nadie ve por dónde puede salir esta ruina.

Sin embargo, me atrevo a darle un poco de ánimo al dueño del chiringuito, que no para de quejarse de la puñetera crisis. La gente, digo con cierto desmayo del alma, se adapta. Sobrevive. Parece que las redes familiares funcionan y protegen a los más desfavorecidos. También las ayudas de la caridad, especialmente las gestionadas por la Iglesia Católica, están paliando las desgracias de los más desfavorecidos. Y, por supuesto, la economía sumergida puede todavía mantener durante mucho tiempo esta agonía económica y social. Hay, pues, motivos para la esperanza.

Ya lo creo que hay motivos para la esperanza, me dice mi interlocutor, y si no mire, por ejemplo, lo de la señora Obama en la Costa del Sol. Hasta 800 millones de euros, según ha calculado una consultoría, puede generar la visita de la esposa del presidente de los EEUU. Lo importante ahora es no desesperar; se trata de mantener la cabeza serena, imperturbable, en fin, vital, porque sin esas cualidades Rodríguez Zapatero podría hacer aún más daño.

Me encojo de hombros, después de haber oído la plática del dueño del chiringuito. Y no me atrevo a largarle un jarro de agua fría a su optimismo, pero me he quedado con las ganas de preguntarle: "¿Cuánto tiempo todavía podremos aguantar?". ¡Quién lo sabe!


Libertad Digital - Opinión

0 comentarios: