sábado, 26 de junio de 2010

Una alternativa creíble

Hemos defendido de forma insistente que el tiempo del Gobierno se había agotado, vencido por su fracaso, y que la alternancia política era no sólo posible, sino que resultaba necesaria para recuperar la confianza y el crédito perdidos, imprescindibles para sentar las bases de la salida de la crisis y la recuperación. El Gobierno y el PSOE, no sin habilidad, están instalados desde hace semanas en el discurso de la falta de proyecto del Partido Popular para sacar adelante la nación con un mensaje gráfico que presenta a los populares como el partido del «no». No a todo, pero sin que se ofrezca un proyecto, unas ideas. El objetivo es presentar ante la opinión pública a una formación sin sentido de Estado y que sólo persigue el poder. Esa falaz campaña –increíble para todo aquel que siga los debates en el Parlamento y las comparecencias de los portavoces del PP– se ha venido abajo estrepitosamente en las últimas horas. Primero con el acuerdo para que Gobierno y PP elaboren una nueva política energética, que tanta falta le hace al país. Lo que demuestra que no ha sido el PP el obstáculo, sino un Gobierno que persiguió aislar a la oposición e imponer sus políticas de forma incondicional. Y segundo, con la comparecencia de Mariano Rajoy, que ayer desgranó su plan integral de reformas contra la recesión, y que conforman un intenso programa de intervenciones legislativas dirigidas a modificar sustancialmente las reglas de juego actuales, que se han demostrado incapaces para combatir la crisis.

Rajoy cree necesaria una regulación clara y sencilla de la extinción de los contratos, clarificar los mismos y facilitar descuelgues no sólo salariales en los convenios. El objetivo, que compartimos, es dinamizar el mercado de trabajo y no trabarlo con más confusión. Para corregir el galopante déficit público, apuntó una nueva normativa presupuestaria que establezca techos de gasto y endeudamiento de todas las administraciones, así como poner coto al «sobredimensionamiento» del sector público y al exceso de subvenciones. En cuanto a la fiscalidad, Rajoy planteó una rebaja selectiva de impuestos para pymes y autónomos y un IVA superreducido para el turismo, con el propósito de apoyar la inversión empresarial y el ahorro. Estas propuestas persiguen incentivar la actividad y no gravarla, lo que sin duda es más positivo a la larga para la recaudación y la creación de empleo. El presidente del PP abordó las pensiones y, en este punto, defendió la necesidad de debatir sobre la ampliación de la edad de jubilación para garantizar el futuro del sistema. La demagogia con los jubilados sólo conduce al fiasco actual y los cambios no pueden esperar. Rajoy remarcó la necesidad de la reestructuración del sistema financiero, porque necesitamos entidades sólidas para que el crédito fluya.

Entendemos que el líder del PP representa una alternativa seria, creíble y necesaria en tiempos en los que los experimentos, como los gobiernos de concentración con Zapatero, sobran, y se demanda rigor y estabilidad, con pactos de Estado en los grandes asuntos de interés general –modelo territorial, terrorismo, justicia–, exactamente los mismos acuerdos que el PSOE ha torpedeado durante los últimos seis años.


La Razón - Editorial

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