Las cuentas públicas están en déficit porque el Gobierno ha vaciado las arcas con una política «social» que ha consistido en gastar y dar por imposible que llegara un tiempo de vacas flacas.
LAS prestaciones por desempleo, cuando esta variable llega al 20 por ciento, provocan inevitablemente una hemorragia en los presupuestos del Estado. Entre lo que cuestan y lo que se deja de recaudar —menos renta, menos consumo, menos actividad—, los números rojos se hacen con las cuentas públicas. Esta es la explicación que el Gobierno exhibe como argumento oficial al déficit actual del Estado. Lo presenta como una consecuencia lógica del esfuerzo «social» que está haciendo para paliar las consecuencias de la crisis, incluso como una virtud del Estado del bienestar, capaz de dar prestaciones a tantos millones de parados. Claro que este discurso ha hecho crisis también, porque no hay dinero para pagar tantos compromisos. En el caso español, además, las causas del déficit del Estado no se reducen al incremento del desempleo. La coartada del Gobierno es imperfecta porque pretende enmascarar su propia responsabilidad en el agravamiento de la crisis en España y, de esta manera, disuadir a la opinión pública de pensar que la economía ha estado torpemente dirigida. Lo cierto es que las cuentas públicas están en déficit, entre otras razones, porque el Gobierno socialista se ha encargado de vaciar unas arcas que recibió en 2004 saneadas y llenas. Su política «social» consistió en gastar, asumir compromisos y dar por imposible que llegara un tiempo de vacas flacas. Por eso aprobó el «cheque bebé» por 2.500 euros para cada nacimiento, regaló indiscriminadamente a todos los españoles una deducción de 400 euros en el impuesto de la renta y decidió una ayuda suplementaria de 420 euros para los parados a los que se les hubiera agotado la prestación por desempleo. Todo esto se hizo despreciando los avisos de la crisis, que eran innegables en 2008 y suficientes en 2007. Y, aunque no los hubiera habido, fue un dispendio irresponsable.
Por eso nuestro déficit es tan alto. Porque el dinero público ha estado mal administrado y se ha empleado en la demagogia del bienestar, en hacer creer a los ciudadanos que sus necesidades económicas siempre tienen satisfacción con cargo al Estado y, además, gratuitamente. Pero gratis no hay nada, y aquellos polvos han traído los lodos de los recortes en pensiones, dependencia y maternidad; en la subida de impuestos y en la reducción de salarios públicos. Claro que la crisis tiene causas ajenas a la gestión del Gobierno, pero este ha añadido otras propias que la están haciendo más grave, profunda y duradera, y de las que solo el Ejecutivo socialista es responsable. La agenda «social» de Zapatero ha sido un desastre económico.
ABC - Editorial
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