Por fin estamos en el camino correcto, porque una sociedad sanamente constituida debe ser generosa con las víctimas, por razones de estricta justicia.
SUS Majestades los Reyes presidieron ayer en el Congreso de los Diputados la primera celebración institucional del Día de las Víctimas del Terrorismo, con asistencia de las principales autoridades del Estado, excepto Rodríguez Zapatero, que acudió a Toronto como invitado a la cumbre del G-20. Como decía ayer en ABC el presidente de la Cámara, José Bono, se cumple así un deber cívico y un ejercicio de dignidad en una jornada simbólica que recuerda la fecha de la primera víctima de ETA, una niña de veintidós meses. PSOE y PP se han puesto de acuerdo recientemente sobre las indemnizaciones que fijará la futura ley, superando así una asignatura pendiente de la democracia española. Ya era hora de que los poderes públicos mostrasen su reconocimiento moral y económico hacia quienes han sufrido más que nadie en defensa de la libertad de todos. Es triste recordar que muchos de ellos han tenido que pelear durante años frente a la mezquindad administrativa y, lo que es peor, la indiferencia de determinados partidos. Por fin estamos en el camino correcto, porque una sociedad sanamente constituida debe ser generosa con las víctimas, por razones de estricta justicia.
El acto de ayer resulta especialmente oportuno en las circunstancias actuales porque, a pesar de los desmentidos rotundos, la opinión pública contempla con preocupación los gestos hacia el entorno etarra de algunos dirigentes socialistas vascos y las maniobras preelectorales de la izquierda abertzale para buscar una fórmula supuestamente legal que le permita presentarse a las elecciones defraudando lo dispuesto por una normativa convalidada por las más altas instancias jurisdiccionales. De momento, la respuesta es rotunda y sin fisuras, y así debe continuar para mantener un pacto de Estado que —por fortuna— funciona de forma positiva y debe proseguir hasta la derrota sin paliativos de la banda terrorista. Ayer se vivieron momentos emotivos en el Congreso, sede de la soberanía nacional, pero también es significativo el hecho de que el Parlamento vasco rinda homenaje a los concejales asesinados por ETA en una ceremonia prevista para el próximo viernes. La presencia de unas cien personas en representación de las víctimas y la solemnidad de los discursos en el Congreso han puesto de relieve que los españoles saben que el derecho a la justicia comienza por un reconocimiento expreso y formal, al más alto nivel político e institucional, de la obligación colectiva que todos hemos contraído hacia quienes sufren pérdidas irreparables en su propia vida o en la de sus seres queridos.
ABC - Editorial
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