martes, 2 de marzo de 2010

Firmeza frente a Hugo Chávez

España no debe permitir que el régimen venezolano ayude a los terroristas de ETA

Dos noticias aparentemente sin conexión divulgadas ayer confirman lo que desde hace años es una sospecha más que fundada: que el régimen de Hugo Chávez es el refugio y sostén de diferentes bandas terroristas, en especial de las FARC colombianas y de ETA. Por un lado, la Guardia Civil ha identificado al tercer etarra detenido anteayer en Francia como Lorenzo Ayestarán, autor de una decena de asesinatos y protegido del régimen bolivariano; de hecho, Caracas rechazó hace años su extradición a España e incluso llegó a ofrecerle la nacionalidad venezolana. Por otro lado, el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco reveló ayer, en el auto de procesamiento contra seis etarras y siete narcoterroristas de las FARC, que existen indicios que demuestran la cooperación gubernamental venezolana en la ilícita colaboración con ambas bandas.

La investigación judicial pone de manifiesto que el etarra Arturo Cubillas ha desempeñado altos cargos en el Ministerio de Agricultura de Venezuela y participó en la trama creada para que ETA diera cursos a las FARC sobre manejo de explosivos y para atentar en España contra relevantes personalidades colombianas, entre ellas el presidente Uribe.


Estos cursos se realizaron en territorio venezolano y con protección de militares de ese país, lo que demuestra no sólo la simpatía más o menos abierta del régimen chavista hacia los etarras, sino también una implicación directa en actos de terrorismo. Es conocido que en Venezuela se refugia una treintena larga de pistoleros de ETA, la mayoría de ellos acusados de haber participado en varios asesinatos, pese a lo cual han sido contratados por organismos oficiales, como el Instituto de Tierras del Ministerio de Agricultura y los Ministerios de Educación y Presidencia. En diferentes ocasiones, el Gobierno español ha intentado la extradición de los más sanguinarios, pero no siempre con éxito. Más aún, Caracas amagó en 2006 con blindar legalmente a los terroristas concediendo a cuatro de ellos la nacionalidad, pero la decidida actuación de Madrid frustró la operación. Asistimos, en suma, a un nuevo y muy delicado episodio que tensará peligrosamente las relaciones de España con ese régimen populista que dirige un bufón decimonónico, fiel trasunto de Tirano Banderas. Pero la actitud del Gobierno español no puede ser otra que la firmeza. El presidente Zapatero manifestó ayer que el Gobierno ha pedido explicaciones a Caracas y que, en función de estas explicaciones, actuará España. Zapatero ha reaccionado con presteza y de forma acertada. Del mismo modo que la vía correcta para derrotar al terrorismo es perseverar en la firmeza policial y judicial, también es imprescindible erradicar los refugios y santuarios internacionales en los que los pistoleros toman oxígeno y refuerzan sus estrategias asesinas.

Precisamente las últimas detenciones ponen de relieve que la banda está echando mano de viejos pistoleros procedentes de sus escondrijos en Iberoamérica. Razón de más para que España, a través de los Ministerios de Exteriores e Interior, reactive una ofensiva sin concesiones contra los santuarios de Venezuela, México y Cuba, plazas principales de los etarras. En la comunidad hispana ha de quedar meridianamente claro que cualquier ayuda, socorro o apoyo a ETA es un acto hostil a España y, por tanto, perseguible diplomática y judicialmente. Al igual que Irán ha sido señalado como un Estado que ayuda al terrorismo, Venezuela y otros países correrán la misma suerte si no rectifican o no colaboran con la Justicia.


La Razón - Editorial

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