miércoles, 10 de febrero de 2010

Unos jetas. Por Alfonso Ussía

Trabajan menos que el director espiritual y confesor de Zapatero. Menos aún que el profesor de Literatura de Belén Esteban. Menos incluso, que el Almirante General de la Marina de Andorra. Los menos tolerantes, siempre quisquillosos, apuntan que trabajan menos que los componentes del equipo olímpico de patinaje sobre hielo de Somalia. Se refieren a los diputados del Congreso. Han tenido unas vacaciones de Navidad de 48 días. Llegaron los Reyes Magos con los bosques detenidos, las arboledas desnudas. Al día siguiente, los niños volvieron a los colegios y los padres a sus puestos de trabajo, los que aún los tienen. Todo enero y diez días de febrero, además de los decembrinos. En ese espacio de tiempo, han florecido los almendros. Ya se aprecian las primeras flores de los cerezos del valle del Tiétar. Han estallado de oro rabioso las mimosas. Los días son más largos. Y en Sevilla los jacarandas comienzan a revivir, las buganvillas a perder la melancolía de los fríos y la explosión del azahar no queda tan lejana. Una semana de sol en lo alto, y las dehesas se poblarán de flores blancas, amarillas, violetas y azules. En el norte de Castilla, Burgos y Palencia con las cumbres nevadas, se han establecido las cigüeñas. España se dispone a recibir la primavera, y sus señorías disfrutan aún de las vacaciones de Navidad. Me propongo para formar parte de la lista cerrada del partido político que me admita en las próximas elecciones generales. Cien días de vacaciones al año, viajes gratuitos, dietas, transportes de gorra, muy buen sueldo y pensión asegurada. El chollo padre y la cholla madre.

Temporada de sesiones muy liviana. Sus señorías ya están pensando en las vacaciones de Semana Santa, llamadas de «primavera» por los laicos de carné. Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección para todos. En Cataluña también el Lunes de Pascua. Cinco días de descanso. Ellos, los diputados, alargarán sus vacaciones hasta finales de abril, por aquello del polen y las alergias. Otra temporadita de trabajo en servicio de la ciudadanía, y el verano. ¿Cómo vamos a trabajar en verano con el calor que hace? Doña Bibiana formularía la pregunta quejosa de aquesta guisa: ¿Y con ésta caló, quien coño curra? Y no le falta razón. El verano es para descansar. Los señores diputados tienen el mismo derecho que usted y yo –mi caso es diferente porque no dejo de escribir ni en agosto–, a cambiar de aires y de ambientes. Además, su empresa, el Congreso de los Diputados, no ejecuta «Expedientes de Regulación de Empleo», los temidos «ERE», cuando en realidad, más de la mitad de los diputados no pega con un palo al agua en toda la legislatura.

Novedad jubilosa. Hoy, cuando escribo, sus señorías retornan a los pupitres. Van a recibir una lección de Economía por parte del Presidente del Gobierno, que haciendo gala de su natural modestia, se ha negado a impartir la susodicha lección en el momento oportuno. La cosa está rara. Fuera de España nadie le concede seriedad o crédito. Y en España, hasta sus compañeros socialistas, en privado, reconocen que su política económica ha sido una gamberrada. De cualquier manera, diga lo que diga, que no dirá nada, se abren las puertas del Congreso y terminan las vacaciones de Navidad. Trabajan para nosotros. Insuperables jetas.


La Razón - Opinión

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