martes, 16 de febrero de 2010

Razón jurídica y razón política del 'caso Faisán' . Por Antonio Casado

Si el juez Baltasar Garzón tenía pensado archivar el llamado caso Faisán, tal y como le viene pidiendo la Fiscalía desde el mes de octubre, la sección segunda de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional se lo ha quitado de la cabeza. En un auto conocido ayer le ordena la práctica de nuevas diligencias, pero no todas las requeridas por la acusación popular y el periódico que las jalea. Por un lado, interrogar a tres policías conocedores de la operación contra los contables de ETA destripada por el supuesto chivatazo. Por otro, recabar a Francia datos sobre el tráfico telefónico de una cabina próxima al bar Faisán.

Si ha de cerrarse la causa del cacareado chivatazo policial (mayo 2006), el juez debe cargarse de razón antes de que otros sigan acusándole de estar a las órdenes del Gobierno. En el auto se explica perfectamente. La naturaleza de los hechos investigados aconseja un especial celo indagatorio, “más allá de toda duda”, y un agotamiento de la investigación “más allá de lo usual”. Así que no sólo el juez Garzón, sino la propia Administración de Justicia, deben cargarse de razón.


Razón judicial, se entiende, porque la razón política es arbitraria y sólo responde a criterios de oportunidad. Al PP le gusta el Faisán. En su necesidad de hacer hogueras más altas que las de Gürtel, el partido de Mariano Rajoy se empeña en convertir el caso en un elemento más de su reyerta política con el Gobierno. En el Parlamento, donde cada dos por tres el ministro Rubalcaba es interpelado. Y también en los tribunales, pues el PP tiene solicitada la personación en la causa. No tanto por su fe en el funcionamiento del Estado de Derecho, razón esgrimida para mantener vivo el caso Faisán, sino por desgastar a su adversario, aunque eso pase por poner en solfa unos métodos policiales de excelente resultado en la lucha contra el terrorismo.

En cuanto a la razón moral, allá el alma en el almario o la conciencia de cada individuo. Personalmente no me permito poner en duda el compromiso de las Fuerzas de Seguridad del Estado para acabar con los terroristas. Ni se me pasa por la cabeza la posibilidad de que la conducta de un profesional de la policía sirva a la causa de una banda armada. Por ejemplo, mediante la revelación de un operativo policial, que es el supuesto delictivo manejado en el caso Faisán.

Y queda, por fin, la razón técnica. Pura estrategia policial en la ya larga lucha contra el terrorismo, como muy bien saben quienes conocen la meritoria labor de los confidentes y los excelentes resultados de la infiltración policial en ETA. Empezando por los números uno y dos del PP, Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal, que ocuparon altos cargos en el Ministerio del Interior y, por tanto, saben perfectamente que la historia de la lucha antiterrorista se escribe a veces con renglones torcidos. Con esa figura retórica nos ilustraban en las clases de religión cuanto tocaba descifrar la voluntad divina: Dios escribe recto con renglones torcidos, se nos advertía frente a los palos de la vida. Qué cosas.


El Confidencial - Opinión

0 comentarios: