miércoles, 3 de febrero de 2010

El paro asusta al PSOE

EL dato del paro en el pasado mes de enero explica que el presidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, pidiera públicamente ayer una nueva crisis de Gobierno y una reducción de ministerios. Es el primer «barón» socialista que da señales públicas de preocupación por el efecto que pueda tener el desgaste de Rodríguez Zapatero en los resultados de las elecciones autonómicas de 2011. No será el último, porque a estas alturas del mandato, el PSOE contaba con poder exhibir otro balance, y no el de un paro desbocado -más de 4,5 millones de demandantes de empleo no ocupados-, con una hemorragia de cotizantes a la Seguridad Social y unas perspectivas negras a medio plazo. El Gobierno, patéticamente, vuelve a pretender que las cifras del desempleo se vean como una mejora respecto a 2009, para ocultar que en mayo, junio y julio del pasado año el paro se redujo y que, desde entonces, no ha hecho más que aumentar. Las ingeniosas excusas de la estacionalidad y el clima deberían quedar para mejor ocasión.

El PSOE ha rechazado la crisis de gobierno que le pedía Barreda, pero sabe que no habrá otro remedio porque el capital político del actual Ejecutivo está agotado. El problema de Zapatero es que una crisis de gobierno será inútil sino hay un cambio de política económica. De hecho, ya cambió a su equipo económico tras la salida de Pedro Solbes y la situación se mantuvo en caída libre. El temor de muchos socialistas es que el Gobierno haya llegado a su límite, a partir del cual no se toman decisiones correctas y la opinión pública no perdona un solo error. El paro de más de cuatro millones de personas es un dato que anticipa que esta crisis aún va a causar muchos daños y demuestra que la recuperación exigirá cambios estructurales en un sistema laboral que está desahuciado. Por eso, también las empresas deberán modificar sus hábitos de contratación, aprendiendo de los errores cometidos en los años de bonanza y apostando por la progresiva incorporación de jóvenes al mercado con sueldos dignos y estímulos a su productividad; valorando la experiencia de sus empleados y no penalizando la edad. Nadie debe ser ajeno al esfuerzo de la recuperación.

ABC - Editorial

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