jueves, 18 de febrero de 2010

El calvario de Zapatero se alivió en el debate de ayer. Por Antonio Casado

Enésimo debate sobre la crisis económica. Vamos por la docena, si no me fallan las cuentas. Éste colgaba de una percha: los llamamientos al Pacto de Estado exigido por una situación de emergencia nacional. Por ahí pasaron todas las intervenciones de ayer. Sin resultados concretos, más allá de la comisión delegada de Zapatero, pero sin Zapatero, para intentar acuerdos de actuación conjunta en los dos próximos meses. O sea, que volvimos a ver al Zapatero voluntarista que parece una fábrica de anuncios.

En cuanto a Rajoy, también más de lo mismo. Agorero, pesimista y siempre negativo, nunca positivo, aunque en su primera intervención estuvo políticamente muy eficaz. Más que en la segunda. Era su gran ocasión después de haberse escenificado algo parecido al hundimiento del Gobierno por bancarrota de la economía nacional. Zapatero estaba en las últimas y todo el mundo miraba hacia el presidente del PP para saber cómo iba a reaccionar el aspirante, el líder de la oposición, el gobernante alternativo ¿Y qué propuso Rajoy? Que el Gobierno haga la política económica al dictado del PP. Y si no, que los socialistas echen a Zapatero. Insólito ¿A qué genio extraviado se le habrá ocurrido semejante chiste? Con ese tipo de propuestas, lo único que consigue Rajoy es darle oxígeno a Zapatero que, a su vez, se ha envuelto en la bandera del pacto para dejar solo a Rajoy, O al menos, para que lo parezca. Ayer vimos a un Zapatero aparentemente menos acorralado y menos a la defensiva que en los anteriores debates sobre la crisis.


¿Qué ha cambiado? Mejores datos sobre la situación económica (menos malos, por ser precisos) y la predisposición de terceros a echar una mano. Zapatero sigue estando solo frente al PP pero ya no lo está tanto ante el resto de los grupos políticos, que ayer le compraron su oferta de pacto. La puesta en circulación de iniciativas favorables a un pacto de Estado, formuladas primero por CiU y después por el mismísimo Rey de España, han aliviado el calvario de Zapatero. En cambio la posición de Rajoy se ha hecho más incómoda, a mi juicio.



El tiempo juega en contra de Rajoy



Aunque fuese con la boca pequeña, Rajoy no tuvo más remedio que manifestar su disposición a participar en la ronda de contactos convocada por los socialistas. Sin embargo, la idea del Pacto de Estado como resorte político para sacar al país del agujero ni siquiera figura entre las tres soluciones propuestas por el líder del PP. A saber: que el Gobierno rectifique su política económica, que Zapatero convoque elecciones anticipadas o que los socialistas ajusticien políticamente a Zapatero y lo sustituyan por otro, o por otra, aún sin terminar la Legislatura.



El debate de ayer fue el de mayor carga política de los celebrados hasta ahora para tratar de la crisis económica. Basta contar el número de alusiones a la moción de censura y a la convocatoria anticipada de elecciones, como herramientas constitucionales para revisar el mandato de las urnas antes de agotarse la Legislatura. La primera, a disposición de Rajoy y la segunda a disposición de Zapatero. Pero ninguno quiere utilizar su respectiva baza para desbloquear la situación. A Rajoy le faltan diputados y a Zapatero le faltan votantes.



Y ahí estamos. El tiempo empieza a jugar en contra de Rajoy y a favor de Zapatero, si tenemos en cuenta que ambos están haciendo política mirando al calendario. Éste apuesta por una recuperación de la economía previa al agotamiento de la Legislatura. Y Rajoy confía en que la fecha de las elecciones se nos eche encima antes de salir del agujero. Y es el caso que el éxito obtenido en la última emisión de deuda del Estado (15.000 millones de euros a 15 años), así como las menos malas noticias recientes en crecimiento, inversión, consumo, exportaciones, confianza empresarial y algún otro, fueron bien manejadas ayer por Zapatero para llevar el agua a su molino. Lo cual supone persuadirnos de que la recuperación está a la vuelta de la esquina, aunque admitió el pavoroso agujero negro en las cuentas públicas y, al menos por una vez, puso negro sobre blanco el reconocimiento de que el paro seguirá aumentando en los próximos meses. Esta vez no hubo camuflaje semántico para afirmar que no podrá darse por cerrada la crisis hasta que no se vuelva a crear empleo neto.


Periodista Digital - Opinión

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