Lo malo es que la crisis no va a pasar ni tan pronto ni tan fácilmente, sobre todo en aquellos países que no han hecho sus deberes, como el nuestro; que Obama tiene bastantes problemas propios para ocuparse de los ajenos; que en la Europa surgida de las últimas elecciones va a encontrarse más solo que la una y que en España ya sólo cree en él Leire Pajín, mientras los demás empiezan a mirarle con desconfianza porque ya no gana elecciones. Vamos a ver lo que tardan los socialistas catalanes en plantarle cara por lo de la financiación autonómica que les había prometido y no acaba de llegar. Vamos a ver qué hacen los castellano-manchegos al comprobar su derrota en las últimas elecciones y los andaluces, su retroceso en las urnas. Vamos a ver lo que tarda Garzón en encontrar un caso grave de corrupción o de cualquier otro delito en su entorno. Vamos a ver cuánto tarda Bibiana Aído en meter de nuevo la pata. Vamos a ver, en fin, lo que tarda en calar en sus votantes la sensación de que apostar por él no es una buena idea, como ha calado ya en el resto de la población. Porque si nada tienen más éxito que el éxito, nada trae más fracaso que el fracaso, y Zapatero ha fracasado por segunda vez, pese a todos los maquillajes que quieran dar a lo ocurrido el domingo. Lo que importa es la tendencia, y la tendencia apunta a que entramos en el final de la era Zapatero, que puede ser más o menos larga, pero que ya no da más de sí, al habérsele agotado todos sus trucos.
ABC - Opinión
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