miércoles, 3 de junio de 2009

ESPAÑA, EUROPA, COCHES Y CRISIS. Por José María Carrascaol

«NADIE habla de Europa en esta campaña, Sólo se habla de España», es la queja general. Pero ¿acaso España no es Europa? ¿Es que cuando discutimos nuestros problemas, como los franceses, alemanes, italianos los suyos, no estamos discutiendo los problemas europeos?

Por suerte o desgracia, yo diría más bien por desgracia, Europa no es Estados Unidos, pese a que fueron europeos quienes los crearon. Pero europeos que salieron de Europa porque no les gustaba, para construir una nación diferente. Y la mayor diferencia es que en Estados Unidos, pese a estar formados por gentes llegadas de todas partes, prevalece la unidad sobre la pluralidad, mientras en Europa prevalece la pluralidad sobre la unidad, pese a estar formada por gentes del mismo continente. Y esto no hay forma de cambiarlo. Europa será siempre la de las naciones, como decía De Gaulle, quiero decir que la única forma de hacerla grande, sólida, fuerte, es hacer fuertes, sólidas, grandes a sus naciones. ¿Estamos haciendo fuerte y sólida la nuestra, España? Diría que más bien lo contrario, aunque habrá quien no piense así.


Pero volvamos a Europa. La crisis va a ponerla a prueba, como a todo el mundo, ya que nada será igual después de ella. ¿Estamos abordándola como es debido? Tengo mis dudas, que voy a exponérselas con un ejemplo: el de la industria automovilística, una de las más afectadas, con miles de coches sin vender. En Estados Unidos se recibe dinero por cerrar fábricas. En Europa se recibe por mantenerlas abiertas. Los norteamericanos creen que el exceso de producción se combate concentrando las marcas y modernizando las plantas. Los europeos prefieren subvencionar las existentes. Es lo que acaba de hacer el gobierno alemán al aceptar la oferta de Magna sobre Opel, apoyado por los que tienen factorías de esa marca -el español entre ellos-, pese al dinero que va a costarles, 1.500 millones de euros de entrada. Pero Angela Merkel, con elecciones en puertas, no puede enviar miles de trabajadores al paro, como ha hecho la General Motors, que ha despedido a 21.000 desde que empezó la crisis y se dispone a despedir más tras declararse en bancarrota.

Los analistas, sin embargo, advierten que eso no resuelve el problema, sólo lo aplaza. A la larga, sólo sobrevivirán unas pocas marcas automovilísticas, con dimensión global, tecnología punta y alta productividad, y quien se empeñe en mantener todas las marcas y todas las fábricas tiene perdida la guerra frente a los japoneses, líderes del ramo, y frente a los norteamericanos que salgan de la cura de caballo a que se están sometiendo.

La consecuencia es que la Europa de las naciones tiene pocas posibilidades de sobrevivir en el mundo global que emerge, y que la solución, desde luego, no son más naciones, como algunos quieren. Pero ése es ya otro problema. ¿O es el mismo?

ABC - Opinión

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