lunes, 1 de junio de 2009

DIAGNOSTICO NEGATIVO

SI socialistas y populares discrepan en las recetas para salir de la crisis, sus votantes, en cambio, comparten percepciones sobre la gravedad de sus consecuencias. Según el sondeo de DYM, unos y otros consideran que los problemas más graves son, por este orden, el paro y la situación económica. La crisis se ha puesto de manifiesto de manera tan evidente que su aceptación trasciende ideologías. El miedo a perder el puesto de trabajo domina la opinión ciudadana y explica el freno de las familias al consumo, pese a la caída de los precios. La crisis de confianza se refleja como el telón de fondo de las crisis financiera, inmobiliaria y laboral, cuya gravedad pone a España en una órbita diferente de aquella en la que se mueven los principales países de la Unión Europea. Y si el presente preocupa, el futuro no ofrece alternativas a medio plazo. Más de la mitad de los encuestados considera que en 2010 aumentará el desempleo y bajará el poder adquisitivo de las familias. En este contexto, adquiere una gravedad cualificada la impresión que tiene una gran parte de los encuestados, acerca de que la crisis económica empeorará la convivencia con la población inmigrante. Ahí tiene el Gobierno expuesta una gama de síntomas sobre la opinión real de la sociedad, que oscila entre la preocupación y el pesimismo, pasando por el temor a un estallido social provocado por la crisis. Ahora bien, los ciudadanos tampoco quieren experimentos políticos que no tengan un beneficio claro y, por esta razón, la mayoría cree que la moción de censura no estaría ahora justificada. Incluso entre los votantes del PP, un 22 por ciento mantiene este criterio, frente al 56 por ciento.

El punto de partida de este diagnóstico es la opinión general sobre la economía española. Baste un dato: en octubre de 2007, sólo el 16 por ciento de los encuestados consideraba que la economía estaba mal o muy mal. El sondeo DYM de mayo de 2009 eleva ese porcentaje hasta el 67 por ciento, frente al 4 que juzga el estado económico como bueno o muy bueno. Muchos de los errores del Gobierno se basan en no aceptar que la visión política de los españoles está filtrada por la crisis económica y que ésta representa su principal interés, aunque no el único. El descrédito del Gobierno como gestor de la crisis se está haciendo estructural, porque está entrampado por una estrategia de propaganda y no de acción política y legislativa. No es extraño que los españoles nieguen claramente al Gobierno apoyo en otra medida de política «social», el aborto libre por jóvenes de 16 años. La ampliación del aborto debería estar sirviendo para galvanizar el voto de izquierda y, al mismo tiempo, poner al PP en aprietos, pero resulta que el principal debate sobre este asunto se está produciendo dentro del propio PSOE y se proyecta en sus votantes, siendo más los que están en contra de este aborto adolescente al margen de los padres que los que están a favor.

El estado actual de la opinión pública es heterogéneo y ya no responde claramente a clichés ideológicos. Votantes de PP y PSOE coinciden a partes iguales o parecidas en las prioridades de la crisis y, con diferencias no abismales, comparten críticas al Gobierno en asuntos como el aborto. Es una situación idónea para los liderazgos fuertes y bien definidos, esos que permiten a los ciudadanos sobrellevar con esperanza los tiempos difíciles.

ABC - Editorial

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