
Ahora, durante un mitin para las elecciones al Parlamento Europeo, cual corresponde a la acostumbrada falta de coherencia que le define, Zapatero acaba de anunciar un «nuevo modelo económico» -otra acuñación falsa- que pactará con los «agentes sociales». Si el asunto y el momento no fueran de tan trascendente gravedad, sería una buena ocasión para la carcajada. Zapatero quiere «firmes y unidos», formando una sólida piña, a «trabajadores y empresarios». Es decir, que parece dispuesto a descubrir el Sindicato Vertical con el que, juntitos y forzosamente bien avenidos, los empleados y empleadores del tiempo de Francisco Franco representaban la ficción de una representatividad y una convergencia de intereses.
A Celestino Corbacho, titular del Ministerio de Trabajo, habría que cambiarle las tarjetas de visita por otras que le tildaran de ministro de Relaciones Sindicales, como lo fueron Enrique García del Ramal, el recién desaparecido Alejandro Fernández Sordo o el perenne Rodolfo Martín Villa. ¿Se puede tomar en serio un «modelo económico» sin estudios previos, evaluación precisa de sus costes y, sobre todo, sin salir del Parlamento? Según parece deducirse de la Constitución vigente esto ya no es una democracia orgánica; pero si, como demuestran los hechos, tampoco lo es representativa, ¿qué clase de democracia es la nuestra? Ese Sindicato Vertical que anuncia el deseo de Zapatero, con sus secciones económica y social, es una broma más que añadir a la del general deterioro de los asuntos públicos de la Nación. ¿Prietas las filas?
ABC - Opinión
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