domingo, 19 de abril de 2009

SARDINAS PARA EL PP. Por M. Martín Ferrand

QUIENES confunden la astucia con la inteligencia, cosa común por estos pagos, están predispuestos para la derrota. Es posible que en los oscuros territorios del delito sean necesarias mucha trastienda y dominio de la triquiñuela; pero, en lo que respecta a la vida pública, suelen dar mejores resultados la sinceridad, incluso descarada, y la expresión nítida, sin dobleces ni reservas. En el PP de Mariano Rajoy la gramática es parda y buena parte de sus notables prefieren la artimaña que la maña. Es una opción que no suele apuntar al éxito aunque, como asegura la crecientemente desacreditada sabiduría popular, cada cual es sabio en su casa.

Rajoy, que valora grandemente la sagacidad, habla poco, dice menos y confía en que el tiempo remedie lo que no consiguen arreglar las decisiones drásticas y el trabajo abnegado. Ahora, ya en vísperas de las elecciones para el Parlamento Europeo, entre socarrón y taimado, el líder del PP no suelta prenda sobre los nombres que, tras el de Jaime Mayor Oreja, integrarán la lista de su partido en unos comicios que, más que por su propia naturaleza, tienen el valor de una confrontación directa con el PSOE para, de cara al 2012 -o antes, si los acontecimientos se precipitaran-, evaluar las fuerzas de los dos grandes partidos de la alternancia.

Son mayoría quienes dan por segura la victoria del PP; pero no conviene olvidar que son las elecciones, y no las armas, las que carga el diablo. Por el momento, mientras los aspirantes europeos del PP, con la ansiedad con que las focas circenses esperan las sardinas de su domador, aguardan para saber si su nombre está en la lista, los del PSOE, que ya saben quienes son, trabajan y hacen campaña. Ayer mismo, ante el Comité Federal del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero disparó su primer dardo contra el cabeza de lista del PP. Junto con Rajoy, dijo, Mayor Oreja «fue el ministro del Gobierno (de Aznar) que más nos alejó del corazón de Europa».

Zapatero, el intrépido, ya está en combate y no pierde ocasión de zaherir a sus adversarios para debilitarles. Rajoy, el astuto, guarda -¡hasta el último minuto!- el secreto de su lista. Supongo que para ahorrarse reclamaciones, protestas y desengaños. Para exhibir poder. Eso no es inteligente y podría llegar a explicar una derrota que hoy no parece probable. La astucia es una máscara que no se sabe muy bien qué es lo que oculta.

ABC - Opinión

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