martes, 6 de noviembre de 2007

Por la libertad de expresión

Extraña época en que los chorizos, los macarras y las putas tratan de dictar –de hecho dictan– las normas morales; en que tratan de educar a nuestros hijos conforme a sus “valores” –y lo hacen–. No me refiero, claro está, a los descuideros de los aeropuertos, a los chulos de profesión o a las señoras que hacen la calle: todos ellos conservan cierto sentido ético que les impide exponerse como modelos de conducta. Son otro tipo de chorizos y demás, mejor vestidos, más retorcidos y con pretensiones intelectuales, del género de los que intentan imponer por ley la “dignidad” de los torturadores de las checas o de los reanimadores comunistas de la guerra civil, transformándolos en luchadores por la libertad.

Esta gente ha adquirido su preeminencia y prepotencia actuales gracias a las libertades. “¡Es el fruto de la libertad de expresión!”, lloriquea alguna gente de derecha. No, ese es el fruto de la inhibición, la confusión y falta de gracia, también de la colaboración amedrentada, de quienes están en contra de esas cosas.
Con alguna excepciones, entre las que destacan Federico Jiménez Losantos y César Vidal por su claridad, popularidad y contundencia argumentativa. Naturalmente el frente torrentesco de C, M y P, tan tolerante con los terroristas, los enemigos de la familia, el separatismo etc., se revuelven con la máxima intolerancia contra quienes ponen al descubierto sus fechorías, y a quienes no logran rebatir. Llevan largo tiempo de campaña, extremadamente sucia, para silenciar a Jiménez Losantos y, ahora, a César Vidal: unos chantajean desde el poder a los obispos, otros fingen escandalizarse por la expresión clara y sin complejos de ambos intelectuales, injuriosa, dicen, como si la propaganda del frente CMP no estuviera repleta de las injurias y calumnias más repugnantes. Y no faltan las amenazas directas y la intimidación por medio de querellas, tratando de utilizar la ley en defensa de la mentira y la degradación social.

Es preciso defender la verdad, porque sin esa defensa jamás seremos libres. Y la libertad de expresión con la que quieren acabar los chorizos y demás chusma, es hoy la mejor arma contra el progresivo arruinamiento de nuestra democracia. Los liberticidas lo saben.

Pío Moa en su Blog
Libertad Digital, 6-11-2007

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