miércoles, 11 de mayo de 2011

La Policía Local denuncia al ex ministro Corcuera por un altercado en la Feria

El ex responsable de Interior pretendía acceder en coche al real sin identificarse y dijo a los agentes que le cerraron el paso que "no sabían con quién estaban hablando" y que "deberían nacer de nuevo".

La Policía Local de Sevilla ha denunciado por una falta contra el orden público al ex ministro del Interior José Luis Corcuera, quien protagonizó un altercado con dos agentes de este cuerpo en un control de acceso a la Feria el pasado viernes 6 de mayo. El atestado policial fue remitido al juzgado de Guardia el domingo y ha recaído en el juzgado de Instrucción 9 de Sevilla, que ya ha abierto diligencias previas y ha solicitado a la Policía una ampliación del atestado, según informaron ayer a este periódico fuentes judiciales.

Los hechos ocurrieron sobre las seis menos veinte de la tarde del viernes de Feria en la esquina de la calle Virgen de la Cinta con Virgen de la Oliva, donde dos policías locales se encontraban regulando el tráfico e impidiendo el acceso de vehículos al recinto ferial. El coche en el que viajaba José Luis Corcuera llegó a ese punto y uno de los dos agentes le indicó que no podía continuar hacia la Feria y tenía que girar a la izquierda. El conductor exhibió una placa del Cuerpo Nacional de Policía y el agente municipal le indicó que no podía seguir hacia adelante. En ese momento, Corcuera, que viajaba en el asiento delantero derecho, se dirigió al policía local diciéndole que tanto él como su escolta iban a pasar.


El agente le indicó que sólo podían acceder los vehículos oficiales y los de servicio público. Se entabló entonces una discusión en la que el ex ministro defendía que el suyo era un coche oficial y por tanto tenía derecho a pasar. El policía contestó pidiendo que identificara el vehículo como tal, mientras que Corcuera decía que no tenía por qué hacerlo e insistía en que iban a entrar en la Feria.

La tensión fue en aumento entre ambas partes y tanto el ex ministro como su escolta se apearon del coche y siguieron discutiendo con los policías. Según relata el atestado policial enviado al juzgado, Corcuera decía a voces que "no sabía con quién estaban hablando" y que no se pensaba identificar. Al pedirle uno de los agentes que bajara la voz porque le estaba hablando con respeto y sin amenazarlo, el ex ministro contestó "yo sí que te estoy amenazando y no me voy a identificar".

El policía insistió en que tendría que llamar a un patrullero para que lo identificaran, puesto que ellos tenían que seguir regulando la circulación. A esto el ex político socialista respondió que llamase a quien le diera la gana porque él era José Luis Corcuera, mientras levantaba las manos y movía los dedos imitando el gesto que se hace cuando a alguien le toman las huellas dactilares.

Poco después llegaron otros dos policías locales, que trataron de calmar al ex ministro, que reiteró que no se identificaría porque él no había hecho nada. Uno de estos dos agentes habló con el escolta, que aseguró que efectivamente era quien decía ser, José Luis Corcuera, ministro del Interior durante los años 1988 y 1993 en la etapa de Felipe González al frente del Gobierno. En ese momento, Corcuera ordenó al escolta que cogiera el coche y se fuera hacia la Feria porque él iba a denunciar a los policías locales.

Uno de los dos agentes que llegaron después le informó entonces de que si se quería quedar allí tendría que subirse a la acera y salirse de la calzada porque ya estaba identificado y sus compañeros tenían que continuar con su trabajo. Corcuera respondió que lo que tendría que hacer su compañero -en referencia al policía con el que había tenido el enfrentamiento más violento- era "nacer de nuevo". Finalmente, el ex ministro se subió al coche y se dirigió hacia la Feria, ya una vez identificado su coche como vehículo oficial. Antes, los policías le informaron de que lo iban a denunciar al juzgado por una falta de respeto hacia los agentes.

El altercado entre los policías y José Luis Corcuera congregó a numerosos curiosos que se dirigían a la Feria y se detuvieron para presenciar la bronca. Algunas de estas personas han sido incluso aportadas como testigos a la causa que ha abierto el juzgado de Instrucción 9 para investigar el comportamiento del ex ministro.


Diario de Sevilla - Local

Juicios y prejuicios. Por José María Carrascal

La justicia no es progresistao conservadora, es justiciaa secas, y todo adjetivola pervierte.

LAS sentencias sobre Bildu recuerdan el chiste judío: acuden dos litigantes al rabino con su pleito. Expone el primero sus argumentos y el rabino dice: «Tienes razón». Lo hace luego el segundo y el rabino dice. «Tienes razón». «Pero rabino —dice un testigo del lance— no puedes dar la razón a ambos». «Pues tú también tienes razón», sentencia el rabino. Lo mismito que el Constitucional y el Supremo. Lo malo es que el chiste judío es una broma, mientras el caso Bildu es una trágica realidad. Bildu no puede ser legal e ilegal al mismo tiempo. La justicia no puede tener dos varas de medir y un Estado de Derecho no puede sustentarse sobre opiniones opuestas en asuntos que afectan a la vida, los derechos y la legalidad de sus ciudadanos.

¿Cómo hemos llegado a esta situación? Pues muy sencillo: habiendo dejado entrar la política en la justicia, que es tanto como meter la zorra en el gallinero. El hecho de que haya jueces «progresistas» y jueces «conservadores» lo demuestra. La justicia no es progresista o conservadora, es justicia a secas y todo adjetivo la pervierte, al romper el principio de equidad. Los magistrados no deben juzgar según sus pre-juicios, que impiden los juicios ecuánimes. Pero es lo que ocurre en España, con la consecuencia de que puedan predecirse sus decisiones según el bando a que pertenecen y quien les haya nombrado. En otras palabras: hemos renunciado a la separación de poderes, esto es, a una verdadera democracia. Y aquí quiero rendir homenaje a don Manuel Aragón, el único magistrado que ha demostrado estar por encima de sus prejuicios.


¿Tiene remedio? Sí: echar a la zorra del gallinero. Hacer la justicia totalmente independiente. Elegir como jueces aquellas personas que no se dejan llevar por su prejuicios. ¡Pero esas personas no existen!, me dirán. Sí, existen, aunque son pocas. Todos las hemos conocido, en el bachillerato, la vida profesional o los círculos sociales. Son individuos egregios, solitarios, con un sentido innato de la imparcialidad, que van por el mundo por encima, no de los demás, sino de sí mismos, de sus tendencias, querencias e ideologías. De ahí que la primera condición de un verdadero juez sea no estar afiliado a nada ni comprometido con nadie. Su único compromiso es con la ley; su único norte, la equidad; su única lealtad, la justicia. Por algo se la representa con los ojos vendados y una balanza en su fiel. Un juez puede equivocarse, por algo es humano, lo que no puede es simpatizar con nada. Y menos, con una tendencia política. Por no hablar ya de ser nombrado por los políticos.

Como ven, estoy enumerando justo lo contrario de lo que ocurre en España. Y así nos va. Pues si nuestros problemas económicos son grandes, nuestros problemas como nación y como Estado son mayores. Una país puede vivir sin políticos, sin periódicos, sin todo, pero no sin justicia independiente.


ABC - Opinión