miércoles, 10 de agosto de 2011

Engañarse y engañarnos. Por José Antonio Vera

No sale uno del asombro ante la manera tan peculiar que tiene la vicepresidenta Elena Salgado de cumplir con el compromiso de reducir el déficit público. Incapaz de generar ingresos por la vía de la creación de empleo, a nuestra responsable de Economía sólo se le ocurre «falsear» el calendario adelantando el pago del impuesto de sociedades a las empresas. De esa manera pretende ingresar 2.500 millones extra en 2011 y así garantizar el cumplimiento del déficit. El problema es que, como ha subrayado Cristóbal Montoro, esa medida no es sino un engaño, pues el mayor ingreso de este año se va a hacer a costa de aminorar el correspondiente a 2012. O sea, hambre para mañana, comprometiendo además las cuentas del Gobierno que salga de las urnas el próximo 20-N, que debe cumplir el objetivo de no superar un déficit del 4,4 por ciento.

No sólo eso. Lo peor es que se hace a costa de la liquidez de las empresas, ya de por sí muy mermada por la situación de la economía y por el hecho catastrófico de que las administraciones públicas no están pagando sus compromisos ni saldando sus deudas. De manera que nos encontramos con el caso de unas sociedades agobiadas por los impuestos, obligadas a adelantar el IVA y ahora también constreñidas a tener que adelantar el de sociedades, sólo porque a doña Elena no le salen las cuentas y no encuentra mejor manera que hacerlo a costa de la iniciativa privada. Se ve que a la vicepresidenta sólo le importa el maquillaje de las cifras para poder decir, una vez que en unos meses deje el Gobierno, que ella cumplió su objetivo. Poco le va si la manera de hacerlo es hipotecando el déficit del próximo año o llevando a la quiebra a unas compañías ya muy azotados por la carga impositiva y unas medidas que, en algunos sectores, les están arruinando. Es el caso, por ejemplo, de la Sanidad. No sólo las autonomías no pagan los medicamentos a las empresas que se los venden, sino que ahora además las castigan obligándoles a tener que desembolsar por anticipado un dinero que en muchos casos no tienen. Tal es la situación, que hay ya multinacionales farmacéuticas que han decidido abandonar su localización en España, pues al hecho grave de no cobrar suman la pesadilla de bregar contra una Administración dividida en 17 taifas, amén de sentirse azotadas por la presión de unas tasas crecientes que les han obligado a hacer recortes de plantilla o directamente a cerrar en algunos sitios.

Total que este es el legado que nos va a dejar Salgado. Cinco millones de parados, más de 1.500 empresas concursadas, una prima de riesgo por encima del 300 por cien y, eso sí, las cuentas bien amañadas con medidas excepcionales como cobrar este año los impuestos del ejercicio venidero. Una manera como otra cualquiera de engañarse a sí misma. En vez de poner en marcha el potencial de la economía española, la vice nos viene con estas trampas de primero de básica. Así cualquiera.


La Razón - Opinión

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