domingo, 31 de julio de 2011

Y a la tercera, ¿irá la vencida para Rajoy?. Por Federico Quevedo

Todo hace pensar que sí, al menos es lo que dicen las encuestas, incluso el sondeo-regalo de cumpleaños con el que el CIS se unió a la onomástica de Rubalcaba. Todo hace pensar que sí, pero hasta que los ciudadanos pasen por las urnas y depositen su voto, no sabremos si realmente le conceden al Partido Popular y a Mariano Rajoy su confianza. Éste, en rueda de prensa en la que ha valorado el anuncio del presidente del Gobierno de convocar elecciones para el 20 de noviembre, 20N, ha dicho que va a pedir a los españoles un mandato claro, es decir, que quiere gobernar con mayoría absoluta. Es lógico que sea así, porque tal y como está este país lo que menos necesita es un Gobierno entregado al chantaje permanente de los nacionalismos minoritarios, porque esa es una de las desgracias de nuestra democracia: la inexistencia de partidos-bisagra de carácter nacional que antepongan el interés general al interés territorial.

Rajoy quiere, por lo tanto, mayoría suficiente para gobernar y adoptar decisiones sin presiones, pero con la mano abierta y tendida, dice. Una declaración de intenciones sin duda muy oportuna, pero que luego tendrá que materializarse. Hasta ahora estamos acostumbrados a que el Gobierno tienda la mano y luego la esconda, pero Mariano Rajoy tiene otro talante y si algo parece bastante seguro es que el PP va a buscar los consensos necesarios para llevar adelante las reformas que necesita este país. Y no son pocas. De hecho, la tarea que le queda ahora por delante a Mariano Rajoy hasta la fecha de las elecciones es complicada porque va a tener que hacer un equilibrio entre el mensaje de cambio y esperanza y la constatación de la realidad muy difícil. Y lo es porque sin duda el PP va a tener que elaborar un programa electoral ambicioso, en el que se tendrá que decantar por reformas algunas de ellas no muy populares, y en ese sentido juega con desventaja respecto de Rubalcaba.
«Hasta ahora estamos acostumbrados a que el Gobierno tienda la mano y luego la esconda, pero Mariano Rajoy tiene otro talante y si algo parece bastante seguro es que el PP va a buscar los consensos necesarios para llevar adelante las reformas que necesita este país.»
¿Por qué? Pues porque el PSOE ya da por hecho que no va a ganar las elecciones y va a elaborar un programa electoral populista y demagógico que le permita recuperar el voto de izquierdas, sabiendo que si gana nunca lo podría llevar a cabo, pero que como no va a ganar puede prometer lo que quiera. Es verdad que a Rubalcaba se le podrá recordar que ese programa no lo ha llevado a cabo mientras gobernaba, pero siempre habrá ilusos que caigan en la trampa. El PP no puede hacer eso, porque parte como favorito, y en estas circunstancias no debe enviar hacia fuera el mensaje de un partido irresponsable que promete imposibles. Pero si Rajoy hace una campaña cercana, y muy pedagógica, sobre la necesidad real de cambios para que este país recupere la senda del crecimiento, es posible que la gente le acabe creyendo más a él que a quien promete lo que luego no va a poder cumplir.

Programa reformista y regenerador

El reto del PP de cara a esa Convención que se celebrará en Málaga el primer fin de semana de octubre no es otro que el de ofrecer a la ciudadanía un verdadero contrato, un compromiso real con las reformas que hacen falta para superar la crisis política-económica y social, y que no pasan solo por el ajuste presupuestario y las medidas económicas en general, sino que tiene que ir más allá y abarcar un programa reformista y regenerador, que se atreva a incluir algunas de las demandas que la sociedad hace en estos tiempos a una clase política que se ha distanciado mucho de sus electores. Mariano Rajoy se enfrenta por tercera vez al reto de alcanzar la Presidencia del Gobierno, pero sin lugar a dudas ésta es, de las tres, la que con más probabilidades pueda conseguirlo.

Y si gana, y esto si que es una apreciación personal derivada del conocimiento del personaje, será un buen presidente, un gran presidente si cuenta con los suficientes apoyos para llevar a cabo la tarea que se avecina. Vienen, lo he dicho muchas veces, momentos de cambio, y de cambio profundo. De cambio en el modelo constitucional, de cambio social, de cambio político-institucional… Esos cambios deben hacerse con sentido común, con los pies en el suelo y la cabeza bien amueblada. Ninguna de esas tres cosas las hemos tenido hasta ahora en la persona que gobernaba este país, y hay serias sospechas de que sean características atribuibles al candidato Rubalcaba. Rajoy, sin embargo, sí cuenta con los mimbres suficientes para llevar adelante una tarea de consenso que favorezca esos cambios.

Lo único que necesita, ahora, es un poco de audacia, audacia para incorporar a su lenguaje político ese espíritu reformista tan necesario, audacia para admitir que las cosas no funcionan tal y como están, que no funciona la Justicia, que no funcionan las instituciones, que no funciona el sistema electoral, que no existe la transparencia, que tenemos una administración sobredimensionada, que el modelo territorial ha sido un fracaso y hay que reformarlo, etcétera, etcétera. Si de verdad se atreve a hacer propuestas en la dirección de una mayor participación ciudadana en la vida política, de mayor apertura de los partidos y las instituciones a la sociedad civil, de mayor libertad e independencia de los poderes del Estado, de mayor control y vigilancia de la actuación de los poderes públicos, entonces Mariano Rajoy podrá concitar en torno a sí esa mayoría social que reclama para gobernar desde el centro y con diálogo, con moderación, verdad y transparencia. Y a la tercera, irá la vencida.


El Confidencial - Opinión

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