domingo, 31 de julio de 2011

Obligatorio. Por Alfonso Ussía

Escribir de Zapatero es aburrido. No hay alicientes. Eso del aliciente estuvo a un paso de terminar, en el primer acto, con el arte de uno de los genios españoles del siglo XX y principios del XXI. Antonio Mingote. Antonio y sus amigos eran asiduos clientes de un restaurante «La Arrumbambaya», que les ofrecía una carta aceptable a cambio de poco dinero. Y publicó su primer dibujo en ABC. Todos celebraron el acontecimiento menos uno de los camareros. «Sinceramente, don Antonio, no le he encontrado a su chiste el aliciente». Menos mal que se repuso de aquel ataque tan certero e inesperado. Pues eso, que no le encuentro aliciente alguno a escribir de Zapatero. Lo sé, ha convocado elecciones a celebrar el 20 de noviembre –día raro–, no se presenta para ocupar un escaño en el Congreso y le deja todo el protagonismo a su cómplice principal, Pérez de Rubalcaba. ¿Y qué? ¿Cómo se llena un artículo de palabras y pensamientos con noticia tan birria? Hay que hacer un esfuerzo sobrehumano, porque de Zapatero, de su política, de sus gobiernos y de sus calamidades patrias llevo escribiendo casi ocho años, y esa es la gran noticia para mí. Que a partir del 20 de noviembre del año 2011, Zapatero desaparece de la vida pública, se instala en León , y sanseacabó. No se debe renunciar a la cortesía. Le deseo lo mejor en su vida privada y toda la felicidad que él nos ha quitado durante este tiempo. León es una bellísima capital que aún mantiene el encanto de la capital de provincia. Vida sosegada, tertulia de amigos, excursiones por parajes indómitos y los partidos del «Barça» con Cesc –su único logro en este año–, con la camiseta azulgrana.

Por lo demás, poca cosa. Ha sido un mal Presidente que ha ido a peor. Lo dijo un noble arruinado al paso de un comentario sobre su decrepitud económica. «No es que sea una persona bien venida a menos,sino una mal ida a peor». Le recomiendo que lea a su amigo Gamoneda. Un buen poeta. Sus poemas son de invierno de Castilla, de luna gélida aliviada por la chimenea. Le deseo muchos paseos de domingo castellano y leonés bajo los plátanos desnudos o los árboles en la plenitud del renuevo. Eso que se llama la dulce vida provinciana, amante y machadiana, aunque don Antonio eligió para sus fríos los álamos del Duero soriano. Le auguro a Zapatero unos formidables y compartidos cocidos maragatos, y jocundas charlas en el café. Le dejarán fumar en poco tiempo, porque el PP volverá a la norma anterior y defenderá, siempre mirando por la salud de los que no fuman, una de las costumbres más arraigadas de España. El café, la copa y el puro. No le recomiendo el botillo. No se deje engañar por mi gran amigo Luis Del Olmo. Para comer botillo hay que estar entrenado a hacerlo, y mucho dudo de que en La Moncloa le hayan hecho la faena de ofrecérselo. A quien escribe, en una estancia ponferradina, el botillo estuvo a punto de perforarle el estómago.

Recupere la vieja delicia de leer los periódicos, en papel, durante su café matutino. Para hacerle un guiño de complicidad a Madrid, acompáñelo de churros o de porras. Experimentará el placer de no sentirse protagonista de las noticias y los comentarios. Los palos, a partir de noviembre, para Rajoy y Rubalcaba. Los de Rajoy los sonreirá y los de Rubalcaba los carcajeará, porque todo es envoltorio en sus últimas relaciones, y está usted de Rubalcaba y sus presiones y sus deslealtades hasta las narices. Y descanse. Comprobará cómo todo se va arreglando poco a poco en su ausencia. Y tampoco será una noticia con aliciente.


La Razón - Opinión

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