jueves, 7 de julio de 2011

Las viñetas de la vergüenza. Por Pablo Yáñez González

Las imágenes de las viñetas denunciadas por la Asociación Nacional por la Libertad Lingüística en las que se habla de “hacer país”, de “identidad”, de “conquistadores”, de “guerra”, de “ahogar culturas” y de “luchas por nuestra lengua” llevan presentes en las mentes de los niños de cinco años de un colegio de Alcoy a lo largo de los últimos meses. Son, sin duda alguna, evidencias de un proyecto de adoctrinamiento escolar con tintes totalitarios que solo cabe calificar como “las viñetas de la vergüenza”.

Debemos sentir vergüenza porque esos mensajes son los que desde la educación pública se les transmite a nuestros hijos en muchísimos centros de determinadas Comunidades Autónomas. Debemos sentir vergüenza por la impunidad con la que un profesor emplea su posición de autoridad sobre los niños para formar guerreros de “causas identitarias”.


Debemos sentir vergüenza de unas Administraciones que no ejercen el control suficiente como para evitar estas situaciones en las aulas. Gobiernos que, al subvencionar todo tipo de entidades nacionalistas, juegan con un fuego que amenaza con quemar las posibilidades de una nueva generación.
«Tenemos un sistema enfermo que olvidó que es el ciudadano el que tiene que elegir libremente la lengua en la que vive su vida y nuestra mejor medicina para sanarlo no puede estar contaminada por este tipo de adoctrinamientos.»
Nuestra vergüenza son esas viñetas como reflejo de una sociedad que siente miedo de dejar a sus hijos en el aula y encontrarlos como guerreros que luchan por identidades y lenguas.

Tenemos un problema gravísimo como sociedad. Hemos tolerado que la riqueza lingüística que puede suponer el hablar dos lenguas se manipule para terminar siendo un enfrentamiento. Hemos olvidado que las lenguas son elementos de comunicación y hemos permitido que estén al servicio de determinadas minorías políticas para justificar sus proyectos cuasi-totalitarios. Tenemos un sistema enfermo que olvidó que es el ciudadano el que tiene que elegir libremente la lengua en la que vive su vida y nuestra mejor medicina para sanarlo no puede estar contaminada por este tipo de adoctrinamientos.

Nuestra oportunidad para evitar que en el día de mañana el político de turno decida multar al empresario que rotula en la lengua oficial del Estado pasa por formar jóvenes que comprendan las lenguas como elementos al servicio del ciudadano y nunca a la inversa, unos jóvenes con valores como la tolerancia, el respeto y la igualdad. Somos nosotros quienes tenemos que dibujar unas viñetas diferentes y obligar a la clase política a eliminar los libros apuñalados y las batallas entre “conquistadores y conquistados”.

En mi viñeta, el niño de cinco años no es un “soldado de la nación” y su padre jamás debería haber acudido a nosotros asustado por los deberes de su hijo. En mi viñeta el padre tiene la libertad de elegir la lengua en la que escolariza a su hijo, y el niño tiene la oportunidad de formarse para construir una sociedad sana.


El Confidencial - Opinión

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