domingo, 17 de julio de 2011

Espíritu de concordia

Mañana se cumple el 75 aniversario del comienzo de la Guerra Civil, para muchos el hecho histórico más importante del siglo XX español y cuyos rescoldos, que parecían apagados tras el colosal esfuerzo de la Transición y los gobiernos posteriores, se han reavivado en estas dos últimas legislaturas socialistas. Esta nueva efeméride es una oportunidad para lamentar el regreso de aquellos fantasmas de nuestro pasado, pero también para ensalzar lo mucho y bueno que administraciones de la UCD, el PP y el PSOE realizaron con el fin de cicatrizar las heridas que permanecieron abiertas durante cuarenta años. Olvidar, como se ha pretendido en estos últimos tiempos, el esfuerzo por la restitución de los honores militares a los fieles a la República, las compensaciones económicas y políticas para víctimas y familiares de víctimas y la devolución de su patrimonio a partidos y sindicatos es una injusticia y un error. Es necesario ponderar el justo esfuerzo de la democracia en este sentido. Pese a todo, hay que admitir que ha habido un retroceso evidente en el camino recorrido desde la Transición por la instrumentalización de la contienda por parte del Gobierno socialista mediante una política de memoria histórica revanchista sobre el bando que ganó la guerra. Exhumar, 75 años después del conflicto, la naturaleza de los odios desatados era del todo innecesario, pero el PSOE prefirió volcarse en un proceso propagandístico y partidista que nada tenía que ver con el interés general. Lo cierto es que 80 años después de la República, 75 después del comienzo de la Guerra Civil y 36 de la muerte de Franco, la Guerra Civil replica aún el drama de las dos Españas. Según una encuesta de NC Report para LA RAZÓN, a la pregunta de si ya se ha superado el enfrentamiento, el 46,3% responde que sí, mientras que el 44,8% dice que no. También se refleja esa fractura cuando se inquiere si la guerra aún divide a los españoles: el 47,8% opina que sí, y el 44,7%, que no. Hay, sin embargo, un matiz esperanzador cuando nueve de cada diez españoles consideran que es preciso dejar la guerra definitivamente atrás. De cara al futuro, el cambio político que se anuncia tras las elecciones generales debe fomentar espacios para la reconciliación y la cicatrización definitiva de las heridas. Los políticos tendrán que dar paso a los historiadores y dejar que la contienda fratricida se transforme de una vez por todas en objeto de estudio por los expertos y en una oportunidad para aprender de los errores. Se ha hecho un ingente esfuerzo durante años para la reconstrucción de la verdad al margen de pasiones ideológicas y existe una abundante y variada bibliografía que permite abordar aquella etapa con todo el rigor histórico. Debemos aprovechar todo ese esfuerzo en una misión pedagógica cuyo fin sea evitar que el recuerdo de aquella tragedia nacional se convierta en un elemento de confrontación ideológica. En la Transición, políticos de izquierda y de derecha se dieron reglas políticas y morales para impedir que el análisis de la Guerra obstaculizara el progreso y perjudicara la prosperidad de los españoles. El futuro pasa por recuperar y fortalecer aquel espíritu de concordia.

La Razón - Editorial

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