lunes, 6 de junio de 2011

Rubalcaba, los sondeos, la izquierda y los acampados. Por Antonio Casado

Con la misma muestra (1.000), las mismas fechas del trabajo de campo (1-2 de junio) y el mismo margen de error (+ - 3,1 %) el periódico de tirios coincide con el de troyanos: 13,8 puntos de ventaja del PP sobre el PSOE. La irrupción de Rubalcaba como competidor “in péctore” de Rajoy en la lucha por la Moncloa ha tenido sobre los electores, según los sondeos publicados ayer, el mismo efecto que tuvo la evasión de Zapatero anunciada con diez meses de adelanto: cero.

Mal presagio anida en unos sondeos que ignoran totalmente el cambio de montura en el PSOE. Ni siquiera unas décimas, aunque sólo fuera a cuenta del efecto psicológico en un electorado que, por estar tan hundido, debería reaccionar al alza ante cualquier estímulo. Por endeble que sea el estímulo y por prematuro que sea la medición de su impacto en la opinión pública.

No es precisamente endeble el estímulo: colocar en el lugar de un Zapatero políticamente arrollado por los acontecimientos a un Rubalcaba que encabeza las escalas de valoración ciudadana de líderes y, por supuesto, las preferencias de la militancia socialista. Pero es posible que sea prematuro el cálculo de sus efectos cuando aún no había empezado su gira de aproximación a la desalentada militancia socialista (El trabajo de campo de estos sondeos coincide con el su primer desplazamiento, Andalucía, aún no reflejado en los medios de comunicación).


La militancia como correa de transmisión al no menos desalentado votante del PSOE. Talento, inteligencia, experiencia y capacidad de comunicación le sobran al vicepresidente del Gobierno y candidato socialista a la Moncloa pero se enfrenta a un potente intangible: la percepción generalizada de una irremediable barrida del PP en las próximas elecciones generales. La idea es despertar primero y fidelizar después al millón de votantes socialistas, más o menos, que militan en el pasotismo electoral o en la revuelta de los indignados.
«Talento, inteligencia, experiencia y capacidad de comunicación le sobran al candidato a la Moncloa pero se enfrenta a un potente intangible: la percepción generalizada de una irremediable barrida del PP.»
Para ese viaje no basta la capacidad de comunicación de Rubalcaba. Necesitará echar a las alforjas proyecto, ideas y programa. Con una doble mira. Por un lado, redefinir el socialismo español y actualizar la Socialdemocracia ¿Qué sentido tiene eso cuando ha desaparecido el irreconciliable y clásico enfrentamiento entre capital y trabajo? Y por otro lado, ha de ser generoso en compromisos y respuestas frente a los millones de españoles que comulgan con los acampados en las glorietas de nuestra geografía urbana.

Si Rubalcaba no conecta con ese malestar y sus causas, mal va a funcionar el despertador en la oreja de los militantes socialistas y, por contagio, los once millones de votantes logrados en 2008. Ese malestar denunciado ya hace quince años por Victoria Camps, catedrática de Ética y ex senadora socialista. Camps predicó entonces en el desierto (El malestar de la Vida Pública, 1996) sobre la desmoralización de la ciudadanía y lo que significa ser de izquierdas a estas alturas de la película. Ahora tiene el PSOE la oportunidad de recuperar su pensamiento sin necesidad de recurrir a Stephane Hessel (Indignaos).


El Confidencial - Opinión

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