Más allá de las derivaciones políticas e históricas que los atentados han tenido para toda la nación, es una cuestión de justicia elemental aclarar todo lo posible los hechos acaecidos en Madrid durante aquella fatídica jornada.
Como todos los cadáveres sin enterrar, el 11-M sigue siendo asunto de máxima actualidad a pesar de los años que han pasado desde aquel día de infamia. Esto es así porque lo único que podemos dar por cierto a estas alturas es que sabemos bien poco de los atentados. Desconocemos, por ejemplo, lo fundamental, es decir, quién ordenó la masacre y por qué razón lo hizo.
Puede parecer éste un detalle sin importancia (porque así lo ha querido el Gobierno y todos sus satélites mediáticos), pero no lo es en absoluto. Los mismos que querían saber horas después del atentado han pasado dos legislaturas sin interesarse lo más mínimo en investigar el cómo, el por qué y el quién de una tragedia nacional que precedió su ascenso al poder.
Puede parecer éste un detalle sin importancia (porque así lo ha querido el Gobierno y todos sus satélites mediáticos), pero no lo es en absoluto. Los mismos que querían saber horas después del atentado han pasado dos legislaturas sin interesarse lo más mínimo en investigar el cómo, el por qué y el quién de una tragedia nacional que precedió su ascenso al poder.
El hecho es que este obstruccionismo deliberado por parte del aparato gubernamental –incluido en él el partido que sustenta al Ejecutivo– no ha servido para frenar la investigación. Las dudas sobre la autoría de los atentados siguen flotando en el ambiente y nuevas revelaciones saltan a la prensa con regularidad. La última relativa a la labor de los Tedax comandados por Sánchez Manzano durante las primeras pesquisas policiales que siguieron a las deflagraciones.
Una sombra más, la de la inexplicable actitud de este alto cargo de la Policía Nacional, que se suma a otras muchas sobre las que nadie en el Gobierno quiere arrojar luz. Al menos mientras gobierne Zapatero y, por extensión, el PSOE. Cabe la esperanza, tal y como ha dejado ver González Pons, de que en un futuro cercano eso cambie.
Si el PP quiere que sus promesas sean creíbles, debería desclasificar todo lo relativo al 11-M en cuanto llegue al poder. Porque, más allá de las derivaciones políticas e históricas que los atentados han tenido para toda la nación, es una cuestión de justicia elemental aclarar todo lo posible los hechos acaecidos en Madrid durante aquella fatídica jornada.
Una sombra más, la de la inexplicable actitud de este alto cargo de la Policía Nacional, que se suma a otras muchas sobre las que nadie en el Gobierno quiere arrojar luz. Al menos mientras gobierne Zapatero y, por extensión, el PSOE. Cabe la esperanza, tal y como ha dejado ver González Pons, de que en un futuro cercano eso cambie.
Si el PP quiere que sus promesas sean creíbles, debería desclasificar todo lo relativo al 11-M en cuanto llegue al poder. Porque, más allá de las derivaciones políticas e históricas que los atentados han tenido para toda la nación, es una cuestión de justicia elemental aclarar todo lo posible los hechos acaecidos en Madrid durante aquella fatídica jornada.
Libertad Digital - Editorial
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